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31 de octubre de 2012

Flores de metal


Una flor más de estaño o plata,
Tan dúctil al jardinero
Como la semilla de polvo
Que opone su forma a la vida
Y en ella traza su figura.

También tú despediste,
En la arena blanda y caliente,
Entre lágrimas y añoranzas,
A otra flor, de estaño, de plata,
Y, al cabo, de ceniza.

Indago en ese abrazo
Y pregunto a la noche
Por el metal con que el orfebre
Recubrirá este bulto,
Flor deshojada en cuyo hueco
Se envuelven los recuerdos
Ante la reja del jardín.

29 de octubre de 2012

Sobre comuneros y otros demonios


Dos años y medio había, y aun no cabales, que el Emperador había venido a estos reinos, y gobernádolos por su persona y presencia, y los tenía en mucha tranquilidad, paz y justicia, cuando el demonio, sembrador de cizañas, comenzó a alterar los pensamientos y voluntades de algunos pueblos y gentes.

(Pedro Mejía, Relación de las Comunidades de Castilla)



“Cuando hogaño me fuisteis a hablar en Medina del Campo, y fui con vos a ver el frenero, y a Villoria, el pellejero; y a Bobadilla, el tundidor; y a Peñuelas, el peraile; y a Ontoria, el cerrajero; y a Méndez, el librero; y a Lárez, el alférez, cabezas e inventores que fueron de los comuneros de Valladolid, Burgos, León, Zamora, Salamanca, Ávila y Medina, yo, señor, me espanté y escandalicé, porque luego vi y conocí que vos os guiabais por pasión, y ellos seguían su opinión, y que todos huíais de la razón”. Esto escribió Fray Antonio de Guevara a Juan de Padilla (Epístolas familiares. I, 49). Poco importa si, como dice Joseph Pérez (1), la entrevista a la que alude Guevara no tuvo lugar. Menos aún si la carta llegó o no a destino. Quizá Guevara tuviera razón al pensar que Padilla buscaba, en el fondo, el maestrazgo de Santiago y que este fuera, por tanto, su pasión. Pero se hace difícil de entender que alféreces, libreros, cerrajeros, perailes, tundidores, pellejeros y, en fin, freneros siguieran su propia opinión y estuvieran faltos de juicio.

El prejuicio de casta permitía al futuro obispo de Mondoñedo aceptar como soberano a quien se autoproclamó rey en Flandes para allanar el camino de la sucesión imperial; pero no le permitía entender, sino como sinrazón, herejía o crimen, que un hidalgo peleara con la plebe de pecheros ni cómo querían conseguir los comuneros reformar el reino: “Pues no obedecéis al Rey, no admitís gobernadores, no consentís Consejo Real, no sufrís chancillerías, no tenéis corregidores, no hay alcalde de Hermandad...” (Epístolas familiares. I, 52). Más olfato tuvieron otros, como Diego Ramírez de Villaescusa, presidente de la Chancillería de Valladolid: “Ellos decían que eran sobre el rey y no el rey sobre ellos”. (2) 

Para quienes pensaban que el poder tenía origen divino, la revolución comunera parecía cosa del demonio, como puede observarse en la cita de Mejía que encabeza este escrito. Hoy, quienes piensan que los hijos de “buena estirpe” superan a los demás porque, entre otras cosas, hasta el cociente intelectual se hereda, prefieren demonizar a los plebeyos que se atreven a opinar más allá del voto a piñón fijo de manera más acorde con los tiempos, pues, de momento, sobran lanzas donde hay porras y la impostura o la mentira se lavan con una mayoría absolut(ist)a.

(1) JOSEPH PÉREZ, Los comuneros. Madrid, Historia 16, 1997 (Biblioteca de Historia. 5). Página 110.
(2) Tomo cita de la obra de J. Pérez. Página 155.

23 de octubre de 2012

El cuento de España


La blonda blinda la banda
Que dribla por el redoble
De la doblez de quien manda
Uno tras otro mandoble

La socaliña se aliña
Por si sacia a socios sucios
Mientras a los sosos rucios
Basta aplaudir la rapiña

En el humo que se junta
Bandos baldean banderas
Bandea el unto que ayunta
A las presas con las fieras

El mondo monto es el caldo
De monosabios a sueldo
De zafio y sandio regüeldo
De democracia de saldo

Verdad congrua cruda y cruenta
Esto es el cuento de España
Do más se libra y más cuenta
Quien más apanda y apaña

21 de octubre de 2012

La condecoración


      Brillaba entre la suciedad abajo del derrumbadero, al otro lado del Sands Madrid, lejos de las miradas de los clientes. Quico erraba una noche más entre la basura cuando la encontró. No tenía pasador, la cinta estaba mugrienta y los brazos habían perdido el esmalte, pero la espada refulgía entre el laurel más que los neones del casino.
    Al día siguiente, Quico sacó la cruz de su escarcela y la mostró orgulloso a los ojos asombrados de la pandilla, una banda de arrapiezos como él que malvivían y mataban el tiempo entre comida y dormida, lejos del colegio que la familia no podía pagar.
      -¿Qué quieres por la cruz? –le preguntó por segunda vez Rufo, encandilado por la joya.
     Quico sabía que Rufo era un animal: si algo se le metía entre ceja y ceja, podía reaccionar de manera violenta. Aun así, repitió:
      -No tiene precio.
      -Ya veremos.
    La amenaza quedó en el aire, aunque todos la olvidaron en las siguientes semanas. La condecoración infundió una sagacidad inusitada en la mente de Quico: los mejores planes para trastadas y hurtos fueron los suyos. Así que el liderazgo de Quico desplazó lentamente al de Rufo, que no parecía dar importancia al asunto.
    -Bah: una racha –decía liando un pitillo a la puerta de la chabola-. Torres más altas, torres más altas...
    La racha no cesó y Rufo no pudo contener más su despecho, su envidia, su codicia. Una tarde de lluvia en que la pandilla no salió de razia, aguardó pacientemente la aparición de Quico tras el desmonte que daba a su casa. Saltó sobre el chico alzando una piedra. Pero la piedra no cayó sobre el blanco: la única mano del Pincho, como salida de la nada, aferró la muñeca de Rufo.
      -¡Suelta ya la piedra, mamón! Y tú, chaval, dame eso que llevas en la bolsa.
      -¿Cómo? Estás loco, Pincho. Es mía...
      -¿Quieres que te limpie los mocos a bofetadas?
      Quico temía al manco. Resignado, le entregó la medalla al Pincho y vio estupefacto cómo la machacaba con la piedra hasta terminar de destrozarla.
      -Pero... –se atrevió a balbucir Quico.
      -Yo arrojé esta mierda a la basura y a la basura debe volver.


18 de octubre de 2012

Mafia amarilla, mafia blanca: magia negra


Todo rico es un ladrón o es heredero de ladrón.
San Jerónimo


El golpe dado a las mafias chinas es, sin duda, una buena noticia. También, en cierto modo, una cortina de humo más espesa que la que pueda producir el opio. Al espesamiento contribuyen en gran medida los medios y los responsables de la Administración de manera consciente o inconsciente. 

A un ciudadano normal 200 o 300 millones de euros al año desde 2009 pueden parecerle una cantidad estratosférica. Sin embargo, comparada con los 70.000 millones de euros al año a que asciende, según dicen, el fraude fiscal en España, esa cantidad no es que se convierta en irrisoria, pero hablar de ella es un alarde muy vistoso, muy Baumgartner, muy Houdini, un pase mágico de esos que dejan boquiabierto al espectador mientras los responsables de las principales empresas del Ibex hacen unas risas sacando conejos y palomas de la chistera .

Por eso, el ministro del Interior puede y debe felicitarse por el hecho, pero sin sacar demasiado el pecho, pues no es Houdini ni Baumgartner. Conviene recordar que el último informe de GESTHA estima que el 71% de la evasión fiscal es obra de las grandes fortunas y de las grandes empresas españolas: 42.711 millones de euros en 2010.

Como diría Sabino Cuadra, aunque atribuya a San Ambrosio lo que dijo San Jerónimo, todos los capi di tutti capi no tienen los ojos almendrados, ni sus despachos en el Cobo Calleja o detrás del Reina Sofía. Aunque quizá los tengan más gordos que el caballo de Espartero o que Nacho Vidal.



15 de octubre de 2012

El cuervo y la paloma

Tres Cuervos por Junior Libby
Una vez hurtó el cuervo un hijo a una paloma. La paloma fue al nido del cuervo y le rogó que le devolviese su hijo.  Dijo, entonces, el cuervo a la paloma: "¿Sabes cantar?”. Y la paloma respondió: "Sí, pero no bien". Y dijo el cuervo: "Pues canta". La paloma comenzó a cantar y el cuervo le dijo a la paloma: "Canta mejor; si no, no te daré tu hijo". Y dijo la paloma: "En verdad, no sé cantar mejor". Entonces el cuervo y la cuerva se comieron al hijo de la paloma.  

El cuervo se entiende por los hombres ricos y los poderosos y, también, los jueces y los alcaldes, que toman los bienes y las ovejas y, a veces, algunos heredamientos de algunos hombres simples, y decretan que han hecho algún mal por dar razón a lo que ellos hacen, o porque los hombres no se lo tengan a mal. Viene el hombre simple y les demanda el buey, o la oveja, o la tierra, y les ruega que se lo devuelvan y que les dará por ello veinte maravedís o más, según su poder. Responde el soberbio: "Da más, porque si más no das, no recuperarás la prenda". Y responde el hombre bueno: "En verdad no lo tengo, pues soy pobre y necesitado, y no te lo puedo dar." Entonces el otro se queda con la prenda, o la daña por despecho del que lo demanda. Así estragan los ricos a los pobres desdichados.

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Me he permitido modernizar un poco el exemplum del Libro de los gatos que antecede a estas notas pasajeras para que lo disfrutéis sin estorbos innecesarios; aunque puede que el ejercicio traicione inconscientemente la intención del anónimo recreador de esta colección de cuentos de la segunda mitad del siglo XIV. Iba a añadir “remoto”, pero, viendo cómo corren o se estancan las aguas, parece injusto, pese a la moralina o la moralidad, según se prefiera, tachar de anticuado lo antiguo o sugerir, siquiera, la tacha. Dejo esto para los fanáticos del progreso sin causa.

Supongo que, sin la necesidad de mis líneas, con la mera lectura del cuento habréis encontrado pretexto para dar rienda suelta a analogías, no es tan difícil, y añadir, por ejemplo, nombres o figuras a la nómina de cuervos y cuervas, caras a las caras palomas, tal vez.




13 de octubre de 2012

Manteca y el 12 de octubre


El ojo y el brazo de quien clamó, el 12 de octubre de 1936, según unos, por la muerte de la intelectualidad traidora, o por la muerte de la inteligencia, según otros, se ha convertido, por descuido o ardid de ABC, en una de las imágenes del 12 de octubre de 2012.

No ha habido esta vez un Pemán que califique a Cataluña y el País Vasco de “cánceres en el cuerpo de la nación”. En su defecto, se han oído o leído estos días expresiones como “disparate colosal” o “españolizar a los niños catalanes”. Esta segunda a más de un aficionado a las hemerotecas le ha traído recuerdos de las órdenes sobre enseñanza de la Junta de Defensa Nacional.

Quizá la inteligencia no sucumbió. Pero se puede sospechar que una parte de ella se puso al sol que más calienta, de cara o de culo. No cabe otro calificativo que el de “hipócrita” para titulares aparentemente inocuos que aluden a la falta de abucheos en el desfile de este año. Es de cajón imaginar que quienes abuchearon a Rodríguez Zapatero no harían lo mismo con Rajoy, al que seguramente han votado.

Volviendo a Manteca, la cabra de la Legión que porta los exvotos de Millán-Astray, no nos parece que haya sido traída a ciertos papeles como anécdota. Aunque Manteca no es la cabra de Amaltea, si uno de sus cuernos, pues en el otro resuena probablemente el “¡Viva la muerte!”, se rompiera y se transformase en cornucopia, vertería su caudal del lado de siempre, es decir, sobre las tribunas del desfile, empezando por Juan Carlos de Borbón. Este es el quid, señoras y señores, por mucha fiesta nacional con que se pretenda vestir. 

7 de octubre de 2012

Doctores tiene la Iglesia y, peinetas, Cospedal


Parece muy propio de un estado aconfesional que el Gobierno envíe una delegación a Roma con motivo de la proclamación de Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia. Quizá sea por seguir al santo, según los delegados entienden la letra, cuando escribía “cómo hemos de olvidar a nuestro pueblo”, sobre todo si no pertenece a la mayoría silenciosa y anda, en el mismo momento del fasto, manifestándose por las calles.

En Roma, le ha resultado muy cómodo a María Dolores de Cospedal destacar en Juan de Ávila la “educación en los valores”. Es posible que se refiriera a los valores del velo y de la peineta, pues dudo de que conozca otra cosa de la obra del santo doctor que las notas redactadas para la ocasión por algún asesor bien pagado.

Hace unos días Cospedal tachaba de golpista a esa parte, no silenciosa, del pueblo que participó en el 25-S. Se puede, desde luego, dudar de las intenciones de algunos de los convocantes, pero resulta hipócrita hacerlo apelando a “la voluntad popular”, salvo que se entienda por esta la del partido al que pertenece. Más le valiera leer, de vez en cuando, las palabras de aquel a quien acaba de celebrar. Por ejemplo:

“La Escritura dice: De ti mismo entiende las cosas que son de tu prójimo. Y haga con su prójimo lo que quiere que se haga con él; porque de otra manera, ¿qué cosa puede ser más abominable que querer misericordia en sus yerros y venganza en los ajenos? (...). La Escritura dice: Tener peso y peso, medida y medida, abominable es delante de Dios, para dar a entender que quien tiene una medida grande para recibir, y otra pequeña para dar, que es desagradable delante los ojos de Dios. Y su pena será que, pues él no mide a su prójimo con la misericordia que quiere que midan a él, que le mida Dios a él con la crueldad y estrecha medida con que él mide a su prójimo. Porque escrito está: con la medida que midiéredes, seréis medidos. Y juicio sin misericordia será hecho a quien no hiciere misericordia”.

Armas de destrucción masiva


Ariete, ataque, cañonazo, contraataque, defensa, disparo, escuadra, retaguardia, tiro... Si un extraterrestre leyera u oyese algunas crónicas deportivas, daría la razón al inefable Aznar: hay armas de destrucción masiva, aunque no en Irak, o no solo en Irak. Y se cuentan las víctimas, los caídos, por millones, aunque estén vivos.

3 de octubre de 2012

En las garras de Pinocho


Extraño brebaje el que ingirió Pinocho en la Gamba Roja. Quizá la culpa fuera de la bruja disfrazada de hada, o de la familia monoparental que dejó en manos de un insecto la educación del vástago. El caso es que este Pinocho, con perdón de Collodi, es un monstruo de mucho cuidado cuya garra visible es, obviamente, su nariz falo erecta y pimpante.

Un análisis somero de las secreciones o zarpazos da, entre otros, los siguientes componentes tóxicos: una ruptura que se traviste, por arte de birlibirloque, en reforma, rastros de una píldora llamada “OTAN: de entrada, no”, hilillos de plastilina y armas de destrucción masiva, brotes verdes que no eran billetes y, para terminar, por ejemplo, promesas de no subir los impuestos que se convierten, con un poco más de moco, tendido y distendido, en promesas de no volver a subirlos.


Through the Doors of the Circus (Ergo Phizmiz) / CC BY-NC-SA 2.0

2 de octubre de 2012

Tengo un sueño


La tragedia de los Kennedy,
La de los refugiados, 
El SIDA y sus apestados,
Fotos de Hiroshima, 
El Holocausto y Kosovo,
Saddam Hussein, Tim McVeigh, 
El ataque al World Trade,
Rehenes en Bosnia, 
Atrocidades, Sudáfrica,
El aborto y Kevorkian, 
Vietnam, napalm,
Lady Di, y Lennon asesinado, 
Columbine,
“Tengo un  sueño: que un día...”, 
Rodney King, O.J.,
Símbolos de nuestra vida 
Y nuestros tiempos,
“Un salto de gigante 
para la humanidad”.


No voy a hacer apología ni exégesis de la enumeración caótica. Por ahí están las palabras de algunos maestros que, como Borges, lo hacen mejor. La letra de “Coda: I Have A Dream”, la canción de King Crimson que se lee al comienzo de este escrito, es una buena muestra, me parece. Como resumen del caótico siglo XX, seguramente no dejase insatisfechos a muchos anglosajones de buen corazón. Sin embargo, sin tratar de enmendarle la plana al combo de Robert Fripp, si quisiéramos españolizar un poco el mensaje, probablemente más de un compatriota, le guste o no mirarse el ombligo, cambiaría algunos datos o hechos.

Apelo a la memoria de los lectores para que rebusquen en su chistera esos hechos o datos. Yo me voy a limitar a encender el foco sobre las palabras de Neil Amstrong que los Crimson citan al final de la canción. Fueron pronunciadas por el astronauta al poner el pie en la Luna, el 21 de julio de 1969. Un día después, las Cortes de Franco nombran sucesor a Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. Unos meses antes, Enrique Ruano caía de un séptimo piso ayudado por el celo de miembros de la Brigada Político Social. La caída de Ruano no fue tan cómoda como pisar un satélite o apoyar, pese al peso de tanto nombre, las rodillas sobre un cojín para jurar “fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional”.