Una flor más de estaño o plata,
Tan dúctil al jardinero
Como la semilla de polvo
Que opone su forma a la vida
Y en ella traza su figura.
También tú despediste,
En la arena blanda y caliente,
Entre lágrimas y añoranzas,
A otra flor, de estaño, de plata,
Y, al cabo, de ceniza.
Indago en ese abrazo
Y pregunto a la noche
Por el metal con que el orfebre
Recubrirá este bulto,
Flor deshojada en cuyo hueco
Se envuelven los recuerdos
Ante la reja del jardín.
Bello poema en el que se adivina una amarga tristeza.
ResponderEliminarLa música cambia las tornas y levanta el ánimo.
Ambas cosas geniales!
Gracias.
EliminarSe me va muriendo, digamos, la gente. Es el motivo del poema.
En cuanto a los gallegos blueseros, los sigo, más o menos, desde que entraron en la Tonky.
Sí, un poema de añoranzas, de lo efímero de la vida. ¿Qué hay más efímero que la vida de una flor?
ResponderEliminarMuy bonito, vecino.
¿Más efímero? Cada sístole o cada diástole, cada inspiración o cada expiración.
EliminarGracias.
Muy bonito.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, majo.
EliminarTriste pero precioso homenaje de despedida a los que se nos van...
ResponderEliminarBesos enormes Juan Carlos y que tengas una estupenda semana,
El frío metal mató la frescura de la flor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Se puede decir así, cierto.
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