Leo en La Vanguardia y en Radiocable sobre las larguísimas colas hasta algunas administraciones de lotería, como la de Doña Manolita. No puedo dejar de comparar esta situación con la que se produjo ayer en mi centro: la sala de profesores estaba inusitadamente atestada. El motivo era semejante: mis compañeras y mis compañeros aguardaban turno para adquirir los décimos de lotería que habían encargado.
Deseo a todos, ciudadanos y profesores, suerte, aunque poco confíe en esa añagaza inmaterial. No me atrevería a llamarles “ilusos”, pues parece que no está el horno para bollos. Sin embargo, me pregunto qué sentido tiene invertir en la nada, aunque la nada se sujete al capricho de 99.999 números. Con todo, aunque no falte quien vaya con su décimo a poner vela a un santo, ni las filas ni la reunión en la sala se han convertido en rogativas. Algo hemos ganado.
Siempre que se acerca la fecha del sorteo de Navidad me viene a la cabeza “Hay lotería” una canción de Mike Kennedy:
Aunque es obvio que quien le escribiera la letra al cantante de Los Bravos estaba pensando en otra cosa, esta vez, será cosa de la crisis o de la edad, necesito buscar algo que me sirva para contrarrestar el influjo que, inconscientemente, pueda ejercer la canción, no sea que me deje contagiar y corra desalado a tentar a la suerte. Abro, por tanto, La escuela moderna de Ferrer i Guardia y leo:
“Pásese también que los jugadores a la lotería desconozcan el engaño de que son víctimas moral y materialmente de parte de los gobiernos, puesto que cobran algo de lo mucho que en conjunto pierden, y se puede dispensar a la gente ignorante o jugadora que esperen su bienestar de la suerte y no de su energía".
Este vez también paso: no jugaré a ese juego.
Este vez también paso: no jugaré a ese juego.
Mejor no te cachondées de tus compañeros no vaya a ser qye luego toque... A mi lo que Admira es que todo el mundo quiera comprar en La Manolita, como si creyeran en hechicerías.
ResponderEliminarVecino: no me cachondeo. Más bien, les compadezco, incluso si les toca.
ResponderEliminarEn cuanto a las hechicerías, hay cosas que le hacen dudar a uno de la racionalidad del ser humano.
Es sintomático que masivamente se invierta en lotería y más en plena crisis. Quizás por eso precisamente. Todos anhelamos esas imágenes del telediario en que los afortunados descorchan botellas de champán y se sienten presos de la euforia por haber tocado la suerte. Es uno de los engaños mejor pergeñados del año. La propaganda oficial de la fábrica de sueños es miserable, terriblemente tendenciosa. El argumento es que a alguien le toca. Como a alguien le cae un rayo encima. o tiene un accidente de circulación o contrae cáncer (aunque esto es más probable). Juego a la lotería en mi centro aunque no hago colas. Aquí es más pausado. Pero cada vez tengo más la impresión de que es un engaño de diseño. Sobre todo esto.
ResponderEliminarNo sólo de diseño, Joselu: es un engaño que se suma a otros. Pregúntate si necesitas realmente cumplir muchos de esos sueños prefabricados.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y tus palabras.