Acabaré loco de furor en un lugar perdido y nadie se apiadará de mí, pues he puesto mi mano asesina sobre mi madre.
Nadie, nadie perfumará con ungüentos mi cadáver. Nadie vestirá mis despojos con la mejor túnica de mi ajuar. Nadie arrojará un mechón de su cabello a la pira. Nadie apagará el fuego con vino ni guardará mis cenizas en una urna de oro. Y nadie cubrirá la urna con un manto púrpura antes de enterrarla.
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Sólo veo sangre, pues teñido de sangre he hecho brotar la del pecho tan blanco que me amamantara... Madre... Sólo veo sangre y sangre, como la que oscureció el baño de mármol en el palacio de mi padre... Y oigo ya los silbidos de las serpientes...
Oigo los silbidos... Diosas venerables: ¿no podéis perdonarme? Madre... Sangre, sangre... Nadie.
Este relato destila tristeza, o seré yo...
ResponderEliminarIndudablemente.
EliminarEs que el mito de Orestes, según qué versiones, se las trae...
Trágico y poético a un tiempo. Pero los Dioses perdonan venganzas si éstas son justas.
ResponderEliminarEfectivamente. En las Euménides de Esquilo Atenea aboga por la inocencia de Orestes y las Erinias lo dejan en paz. Pero me interesó, digamos, indagar en la posible sensación de culpa del personaje.
EliminarCertera esa sensación en el poema. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias.
EliminarPues espero que no tengas ninguna sensación de culpa, porque eso es lo que andan buscando las harpías, que pensemos que tenemos manchadas las manos de sangre cuando en realidad ni siquiera estábamos en el lugar del crimen.
ResponderEliminarNo, hombre. Por lo menos, no a tal extremo.
EliminarEl texto es una cosa más literaria. Lo he rescatado de los primeros tiempos de Por el camino de la letra.
Pero ya sabes que yo le busco el lado de actualidad :)
EliminarYa, vecino. Eres libre de hacerlo. Yo solo precisaba, por si acaso.
EliminarMe encantan tus micro-relatos, entiendo perfectamente el sentimiento de culpa que tiene Orestes porque una cosa es la venganza y otra matar a tu propia madre...
ResponderEliminarUn abrazo Juan Carlos y disfruta de una expléndida semana TQM amigo
Gracias, Ross.
EliminarA ver si me animo un día a seleccionar y compilar los que más me satisfacen y... cualquiera sabe.
Culpa y tormento... ¿arrepentimiento?
ResponderEliminarQuizás.
EliminarEl texto tiene un punto de ambigüedad que, creo, conviene. Observa que o pide perdón a Clitemnestra, sino a las Erinias que lo asaltan. En los primeros párrafos parece que la culpa se resuelve en el temor a un rechazo social o, si lo prefieres, en el temor a la soledad.