Saliendo de un sueño de absenta, Baudelaire se tiñó el pelo de verde para epatar a una sociedad que rechazaba y que condenó su obra magna. El artificio contra la naturalidad impostada e impostora del positivismo rampante.
En 1894, a casi treinta años de la muerte de Baudelaire, Marcel Schowb publicó El libro de Monelle. En esta obra, en el cuento “La salvaje”, Schowb imagina una niña del bosque, de color verde toda, que es conducida por otra niña a la civilización. Los papeles se truecan cuando, al ver que la “salvadora” sufre ante la inminente amenaza de ser absorbida o asimilada por el mundo adulto (los padres quieren ponerla a trabajar), la salvaje encamina a su amiga, cito casi literalmente, hacia la libertad.
En The Boy with Green Hair (1948), Joseph Losey imagina un niño huérfano de guerra, admirablemente encarnado por Dean Stockwell, que despierta un buen día con la cabeza cubierta de una espesa mata de pelo verde. Se convierte así en el otro diferente que es rechazado y perseguido por sus paisanos, gente de bien.
A mediados de los 70, jóvenes punks que, a veces, se tenían el pelo de colores llamativos, se enganchaban, entre otras cosas, al lema “No future”. Sin embargo, estas y otras extravagancias apenas escandalizan a las sociedades enganchadas a la idea del progreso continuo hacia el desastre, ni siquiera a las rubias o rubios, teñidos o no, cuya cabellera, afectada por el cloro, los convierte en una réplica bastarda del Peter de Losey o del Joker de Tim Burton al que quizá hayan parodiado en Halloween o en un baile de disfraces.
Lo que, en verdad, escandaliza a las sociedades de rubias o rubios, clorados o no, es el hurto de un carro con material escolar, por ejemplo. La propiedad privada importa más que la vida de un don nadie.
Me encanta lo de la niña salvaje y verde que es llevada por otra niña a la libertad?
ResponderEliminarJuan Carlos me encantó tu post , Besos enormes mi niño y que tengas una estupenda semana TQM amigüito,
Bueno, Rosa, es al revés.
EliminarGracias.
Hoy la uniformidad no es solo en la estética, sino en el pensamiento, que es único e impuesto.Y como bien dices, son más importantes los símbolos o los oropeles que las personas. Hace falta mucha absenta para tragar con ello... pero tragamos, lamentablemente.
ResponderEliminarAsí es, vecino.
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