ninguna es un martillo,
sonidos más o menos elocuentes,
con menos o más resplandor,
en que se ha de poner bastante fe
para entender que salvan
más allá de la exaltación,
más allá del insulto.
Ninguna es un martillo,
aunque galope la emoción
o la razón golpee.
No dibujan una sonrisa
en el hambre, ni abolirán
el azar de la muerte o el crimen.
Y se agolpan benditas
en una fiebre que no sabe
si es vida, llanto o noche.
Y malditas se ordenan
en el desconcierto del gozo,
en la llama del término
que no sabe si es luz lo que aniquila.
Así, sencillamente,
dejas tres o cuatro palabras.
Op. 6, No. 14 - A Scheme to Abolish All Words (Tom Fahy) / CC BY-SA 3.0
Bellas palabras. Nunca mejor dicho. Palabras que brotan impolutas enredándose unas con otras hasta desfigurarse, si la emoción lo requiere.
ResponderEliminarGracias, Teresa.
EliminarTres o cuatro palabras, como si no fueran nada... Protagonistas de los estados de ánimo.
ResponderEliminarSon, cierto, algo más que nada. Pero ¿y si quieres algo más?
EliminarLas palabras golpean más y mejor que los martillos. Lo malo de muchas palabras es que pueden albergan mentiras, como está sucediendo últimamente con demasiada frecuencia. Bien lo saben quienes las (mal)usan.
ResponderEliminarNo sé, no sé, vecino: hay días en que no sé, aunque sean necesarias las primeras que dices.
EliminarGolpean y pesan, aunque algunos las dicen con una ligereza...
ResponderEliminarBonito poema.
Saludos.
Gracias, Dino.
EliminarVoy a tomar tu comentario como cumplido doble, pues ligereza tiene varias acepciones.
Sobre la ligereza no me referia a tí, obviamente, jejeje
EliminarYa. Pero me aprovecho: "Presteza, agilidad".
Eliminar;-)
Haces bien.
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