Volvemos a abrazarnos en la lluvia.
El aire, tan limpio, parece
Reflejar nuestras caras
En busca de una luz menesterosa.
Hay otros rostros astillados;
Duelen como ceniza fugitiva.
Piso los charcos como pisaría
Los sinsabores, esas ratas
O esos ratos en que no te hago caso.
Menos mal que tiras de mí
Hacia el paraguas, hacia la penumbra
Melada y azul del café.
Volveremos mañana
A abrazarnos en una lluvia
Hecha de piedras, golpes
Y voces roncas que convierten
Toda luz, todo aire en esquirlas.
Tira, tira otra vez de mí.
Estupenda poesía.
ResponderEliminar¡Feliz semana!
Gracias, Dino.
EliminarNo podías haber sacado esta poesía en mejor momento, con este tiempo de truenos y diluvios (no lo digo metafóricamente, que también)
ResponderEliminarSalió así ayer, con vocación metafórica y, también de la otra.
EliminarProfundo poema, con ese desgarro de lo inevitable, pero que, no obstante, se cuela indestructible un abrazo acogedor.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Teresa.
EliminarA veces creo que nos pasamos media vida buscando ese abrazo que no solo nos acoja, sino que nos dé sentido.