Que no le hablaran de precariedad. Con el sueldo de Pedro, la indemnización y lo que cobrase del paro podían no sólo ir tirando, sino permitirse algún que otro caprichito hasta que encontrara un nuevo trabajo.
Laura no hacía daño a nadie mirándose las uñas de los pies pintadas, como los labios, de carmesí. Desde la tumbona al borde de la piscina, daiquiri en mano, no estaba dispuesta a renunciar a cosas como el club, en el que se hallaba a placer, en el que había conocido tantas personas agradables, de amena conversación y sonrisa pronta y franca, amiga de compartir gustos, experiencias y recuerdos.
¿Por qué no? Laura abandonó la tumbona, se desnudó y se arrojó a la piscina sin fijarse en el tiburón que dormitaba plácidamente en el fondo.
Laura no hacía daño a nadie mirándose las uñas de los pies pintadas, como los labios, de carmesí. Desde la tumbona al borde de la piscina, daiquiri en mano, no estaba dispuesta a renunciar a cosas como el club, en el que se hallaba a placer, en el que había conocido tantas personas agradables, de amena conversación y sonrisa pronta y franca, amiga de compartir gustos, experiencias y recuerdos.
¿Por qué no? Laura abandonó la tumbona, se desnudó y se arrojó a la piscina sin fijarse en el tiburón que dormitaba plácidamente en el fondo.
Me gusta esta nueva línea de microrrelatos.
ResponderEliminarAh, por si las moscas, aprovecho para desearte felicidad para el 2011.
Un saludo.
Que bueno!
ResponderEliminarYo me lance´a una piscina parecida y el tiburón me dio un buen bocado...pero me recuperé, más o menos y ahora me siento en el borde a ver como se tiran otros...:-P
El vídeo de areolíneas...que recuerdos! :-D
Salu2
Muy bueno, sí, estoy con el Dino. El asunto es que aunque no haya tiburón, muchos se ahogan solo con el agua de la piscina... Y si no se tiran a ella es el agua el que rebosa para atraparlos.
ResponderEliminarPues me gusta a mi también esta nueva línea. Es breve y concisa. Y deja que discurra nuestra imaginación por esos mundos. Y por los nuestros, que a veces somos incapaces de soltar el lastre que nos pesa y nos va ahogando por dar cumplida cuenta de tan suculentos manjares a los que nos hemos abonado.
ResponderEliminarEs lo que tiene no tener precauciones.Deliciosos estos relatos cortos que dicen mucho en tan poco
ResponderEliminarNueva, nueva no es: ya van para 16, Juanjo. Felicidades, también, para ti y los tuyos.
ResponderEliminarGracias, Markos, superviviente. El caso es que no me conformo con asistir a espectáculos así sentado al borde.
Cierto, Francisco. Lo que dices me recuerda, por otra parte aquello de "ahogarse en un vaso de agua". Gracias.
Manjares o falsas necesidades, Froilán. Gracias.
Hay precauciones que tendrían que ser, más bien, abstenciones, . Gracias.
Maravilloso el microrelato. Y realmente demoledor.
ResponderEliminarGracias, maño. La verdad es que le estoy cogiendo gusto a lo breve.
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