Páginas

9 de junio de 2009

Monstruos con corazón


Cuenta Filóstrato que el joven Menipo Licio encontró a una mujer muy hermosa camino de Corinto. La mujer sedujo a Menipo ofreciéndole toda clase de placeres y jurándole amor eterno. La pareja decide casarse, pero tiene la mala o la buena fortuna de que Apolonio de Tiana asista a la boda. El filósofo se da cuenta de que la mujer es, en realidad, una lamia.

Mientras Filóstrato hace que la lamia confiese que ha enamorado a Menipo para sorber su sangre, en la Anatomía de la melancolía Robert Burton da una vuelta de tuerca y humaniza a la vampiresa: descubierta por Apolonio, le ruega entre llantos que mantenga el secreto. El de Tiana (no confundan la antigua Capadocia con Cataluña, por favor), fiel a su leyenda milagrera, la acusa ante la concurrencia. A medida que el místico habla, el palacio de la lamia y ella misma desaparecen.

Las lamias o empusas tenían corazón, además de cuerpo de serpiente. Y nunca acabamos de conocer al otro, ni siquiera a quien amamos. Tampoco sabemos quiénes somos, aunque siempre habrá un hombre divino que pueda señalarnos y decir que somos unos monstruos.


A falta de una traducción aceptable del poema “Lamia”, que John Keats compuso inspirado en la versión de Burton, vayan estos versos de “La belle dame sans merci”:

Me dio a probar raíces de sabroso sabor,
Rocío de maná, silvestre miel,
Y en una extraña lengua me dijo, convencida:
“Te amo. Créeme.”


26 comentarios:

  1. Dedo acusador que se cree poseedor de la verdad absoluta y del sentido supremo de la justicia, que a veces nos señala y otras veces usamos sin pestañear contra otros para, en fin, sorprendernos no siempre en uno u otro caso gratamente. Así son las cosas.

    ResponderEliminar
  2. A mí no me importaría dejarme seducir un ratito por una buena lamia, aunque no llegue a conocerla nunca. ¿Para qué, si no sé quién soy?

    ResponderEliminar
  3. Y a mí que el poema de "La belle dame sans merci" me ha recordado a "El cantar de los cantares".

    ResponderEliminar
  4. Lo mejor de los dedos divinos que pretenden acusarnos de mounstruos es la diversión de su desconcierto cuando realmente lo eres.

    Sí, soy un mounstruo, ¿y ahora qué?.

    Nada como ser culpable de todo para perder la culpabilidad, así uno puede disfrutar de las Lamias sin problemas. Y a veces es la vida tan fácil que no sé porqué la gente se la complica...

    ResponderEliminar
  5. La semana pasada vi Déjame entrar y resulta inevitable que al leer el título y la entrada entera me venga a la mente de nuevo esta película. El cine y la literatura están llenos de monstruos señalados con el dedo por otros monstruos que se creen angelicales y ya sabemos por quién es superada la ficción.

    ResponderEliminar
  6. Paso sin prisa, pero sin pausa, que tengo que entrenarme para escribir artículos como el que habéis leído, semejantes a chupitos.

    Ada: bienregresada. Lo que dices, en lo fundamental, me parece cierto. Es lo de la paja y la viga.

    Francisco: cuidado con las lamias, que no son lumis ni tampoco femmes fatales.

    Juanjo: el poema de Keats es una joya del gótico romántico. No sé si por la Red se puede encontrar entero en castellano, aunque seguramente en inglés sí.

    Juan: ¿lo has leído entero? Si lo haces, igual cambias de opinión. Los versos que transcribo es cierto que tienen un regusto exótico nada infrecuente en la poesía erótico-mística.

    Dezaragoza: sí, señor. La culpabilidad depende muchas veces del complejo de valores de quien acusa. Cuando estos se presentan, contra toda lógica, como absolutos, la inculpación puede convertirse en crimen.

    Marqus: buena referencia, pues es una película excelente. Las lamias, según explican los especialistas, están en el origen de las leyendas de vampiros.

    ResponderEliminar
  7. Mi mujer me cuenta docenas de casos como ese que cada noche escucha en la radio.

    La mayoría de estas lamis llegan desde latino américa y encuentran a un Menipo pueblerino al que fácilmente seducen. Después sin un diligente Apolinio que vea más allá de la superficie, son desangrados hasta que su hacienda es sorbida totalmente por la lamia, que huye en busca de otro Menipo repleto de sangre.

    Salu2

    ResponderEliminar
  8. Pero esas no son lamias, Markos, sino, más bien lumis. Por allí las llaman pirañas. De todas formas, muy pueblerino tiene que ser Menipo para no saber que corre el riesgo, no la necesidad, ojo, de que lo embauquen.

    ResponderEliminar
  9. Y, añado, Markos, que está la otra cara de la moneda, pues a Menipo Gónada y Menipo Bobo hay que unir el Menipo que va para allá a tirarse, con perdón, por unos euros a la supuesta lamia.

    ResponderEliminar
  10. Pues los hay a docenas por ahí y pasean sus lágrimas y su ruina por las emisoras nocturnas. A mi también me parece algo inconcebible, pero no dudo de la palabra de mi mujer :-D
    Bueno el Menipo viajero corre menos riesgos, a no ser que la sabandija se le pegue a los interiores :-P
    Salu2

    ResponderEliminar
  11. Nadie le quita la razón a tu mujer, Markos. Sólo trataba de ampliar la perspectiva.

    ResponderEliminar
  12. No quiero alargarme, pero no puedo evitar decirlo. Que gran verdad has dicho. "Nadie le quita la razón" jajaja nadie!
    Salu2

    ResponderEliminar
  13. Esas tenemos... ¿Y qué será lo próximo? ¿Que los reyes magos no existen? Demasiado me han engañado ya, no me creo nada, créeme...

    ResponderEliminar
  14. Juan Carlos me he dejado tu blog para el final de mi repaso pos-exámenes. Qué relato tan interesante, fresco a la vez que un poco sombrío. Me hubiera encantado que hubiese transcurrido en Tiana (Barcelona) que así le daría un poco de caché a esa pequeña villa entre viñedos (licencia, pues hay cuatro pinos y poco más). En cierto modo me da pena la historia. La historia la encuentro muy desesperada. ¿Conocemos a la persona que amamos? ¿Apostaríamos todo a que no nos la ha jugado? Mi antigua compañera de Planeta lo tenía claro: adoro a mi marido pero nunca pondría la mano en el fuego. Es imposible. No puedes saberlo todo. Mentimos a quienes amamos para que nos sigan queriendo .

    Respecto a las “lumis” creo que en sí arriesgan mucho más que los “Menipos” de turno que además, saben perfectamente con quien se emparejan no es más que una Lamia, por lo que es un poco injusto el comentario de Markos y tuyo ;-)

    Por último, la peli recomendáis Marqus y tú no me la perderé.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  15. Santi: en cierto modo, a las preguntas que planteas apunta un poco el escrito.

    En cuanto a Déjame entrar, no dejes de verla, porque merece la pena.

    ResponderEliminar
  16. Lamia, el pasado de la vampiresa... cuanta razón llevaba!

    ResponderEliminar
  17. Gracias, Milhaud, por tus palabras.

    ResponderEliminar
  18. Como Paco Galván yo también querría una lamia en mi vida sí. Saludos

    ResponderEliminar
  19. Te digo como a Paco: cuidadito, que tienen escamas.

    ResponderEliminar
  20. M encanta tu blog, sencillamente me parece magnífico. Gracias por tu comentario en el mío y llevas razón en lo que hicieron con nuestros poetas. Te dejo este comentario,aquí, me gustan todos tus post. Un saludo. Aguaeluna

    ResponderEliminar
  21. Pues yo quiero una lamia,
    pero si me escama,
    me llevaré la gumia
    para sacarle las escamas

    ResponderEliminar
  22. Gracias, Aguadeluna, por los piropos. El comentario fue del amante de la poesía que soy.

    Hablando de versos, Francisco, te agradezco la cuarteta, pues este blog anda un poco parado por diferentes razones.

    ResponderEliminar
  23. Sí, Francisco: exámenes y Chupitos y otras cosas. Y un cansancio y una pereza agravadas por el calor que me quitan las ganas de hacer nada.

    Pasará. Y tendré más tiempo para dedicarle al blog. Ya me he deshecho de alguna responsabilidad reciente. Y, siempre, por supuesto, está el placer de leer los blogs que me gustan

    ResponderEliminar

Piénselo bien antes de escribir