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10 de mayo de 2015

Lo que no esté prohibido

El pasado 7 de mayo en parte del territorio Twitter se armó uno de esos revuelos inanes que son, muchas veces, el pan y la sal de las redes sociales, aunque el pan sea de dudosa factura y la sal se eche de menos. El motivo de escándalo, como habrán podido deducir del título de este escrito los avezados lectores que estén al tanto de lo que se cuece en la realidad virtual, es el mensaje que envió a la jaula del pajarito azul Esperanza Aguirre: “En Madrid estará permitido todo lo que no esté prohibido”.

La frase, que parece un homenaje a Perogrullo, es algo más que una necedad o una simpleza: es el epítome mal digerido, no sabemos si pasado por la alquitara del ABC, que parece ser, en estos tiempos, la principal fuente de información de la candidata popular a la alcaldía de Madrid, de una idea fundamental del liberalismo. Esta idea tiene su más conocida expresión en el “laissez faire” de Vicent de Gournay, economista francés del siglo XVIII.

La idea, como se ve, no ha pasado de moda en este siglo en el cual dicen que las ideologías del pasado son un anacronismo. Lo que no ha dejado tampoco de ser actual es, por cierto, la vieja explotación del hombre por el hombre. Pero dejemos a un lado las digresiones.

Esperanza Aguirre no es, ya lo sabemos, Torrijos, pero es de esos liberales dispuestos a legislar lo mínimo para que la economía se mueva libremente, pues se cree todavía que la libertad económica es fuente de bienestar y redunda en justicia distributiva. De esta manera, no le oiremos pronunciarse nunca contra las SICAV ni las preferentes, ni cuestionar que el ciudadano que no tiene puertas giratorias a su alcance reciba de los bancos que especulan con sus ahorros poco más de lo que estos le cobran por comisiones. De esta manera, se entiende que prometa intentar bajar los impuestos y, a la vez, ensanchar las aceras y aumentar los recursos destinados a emergencias sociales, entre las cuales no queda claro que quepan los mendigos organizados en mafias. 

Probablemente, el aumento se haga depender de la rapiña de lo público o la teta de oro del Estado, que ha de intervenir cuando conviene a los intereses de los que dicen saber qué es mejor para todos o cuando conviene al mercado. Pues Esperanza Aguirre es, también, de esa clase de liberales que salivan con conceptos como los de unidad o soberanía nacional y, a la vez, aplauden la reforma del artículo 135 de la Constitución.

2 comentarios:

  1. Es lo de siempre, lo público lejos hasta que me apetece saquearlo.Esta gente conoce muy bien el siglo XVIII porque es hacia donde nos quieren retrotraer, a las condiciones de trabajo de la revolución industrial y hacía allí caminamos con paso firme y seguro apoyados en las varias decenas de miles de imbéciles que los votan.

    Interesante fue la respuesta que recibió de Carmena: "sería bueno que te preocuparas por todo lo ilegal que has permitido".
    http://www.publico.es/politica/carmena-aguirre-seria-bueno-preocuparas.html

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    1. Leí la respuesta de Carmena. Respuesta certera, pero inútil en el contexto en que se produjo porque solo va a llegar a los convencidos.

      Como te escribo en tu blog, no me parece imbecilidad lo de las decenas de miles que puedan votar a Esperanza, sino algo mucho más peligroso, pues es muy difícil de erradicar. Vengo a decir que la mayoría de los que votan a esta gente, y también otros tantos que no la votan, quisieran ser como ellos, pero sin que les pillasen como a Rato. Aunque está por ver si don Rodrigo va a morder otro polvo que el político.

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