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24 de julio de 2014

Andanzas de los hijos de Buda. Reforma de la LPI

Se puede entender que un currito sometido a las actuales condiciones del mercado de empleo, por mucho que ame su trabajo, cuente con las sístoles y diástoles de su corazón los minutos que le faltan para empezar a disfrutar de las vacaciones estivales, si es que tiene la suerte de gozarlas. Pero las señorías que forman parte de la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados no entran, me parece, en la misma categoría: son representantes electos al servicio, se supone, del bien común, con una vida mucho más regalada y fácil que la de muchos ciudadanos que los han votado, por lo que su deseo legítimo de descanso no puede estar sujeto al capricho ni a la urgencia. 

No pretendo analizar el fondo de una reforma que ha de pasar todavía por los correspondientes trámites parlamentarios. Soy, como muchos, un ciudadano ignorante de la letra de esa reforma y eso quizá se me pueda reprochar, pero el desconocimiento es absolutamente imperdonable en aquellos que la han de sancionar. Mucho más imperdonable es la premura frívola con la que varios diputados, según nos cuentan los medios, abandonaron la sesión aferrados a sus maletas. Luego hay quienes se rasgan las vestiduras de fariseo cuando un joven profesor perroflauta con barba y coleta los acusa de pertenecer a “la casta”.

Hijos de Buda, cantaría Pi de la Serra.

2 comentarios:

  1. Desgraciadamente, la mayoría de los hijos de Buda ignoran todo lo que se aprueba en las Cortes. Quienes se lo curran y saben del asunto son los técnicos que están fuera. Así es la política.

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