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2 de agosto de 2014

Madrid. Diciembre de 1976

La lluvia que anunciaban los pronósticos para diciembre se adelantó unos días. Pero no fue el agua cayendo a plomo desde el firmamento gris sobre los olivos de la Plaza de España, aunque el gris estaba en las calles aderezado con el fuego amigo de los botes de humo y las balas de goma.

El grupo de Pepote irrumpió desde Leganitos cuando diecinueve o veinte estudiantes se disponían a iniciar un salto con una bandera roja. Las notas y la letra de la tonada, “Abstención, abstención, es el vino de la oposición”, fueron segadas por los vivas a Cristo Rey y a España de los camaradas. Entonces, Pepote disparó. Alguien gritó: “¡Fernando!” y el grupo de rojos se desbandó. Una chica trataba de levantar al herido.

--¡Te vamos a dar para el pelo, zorra! –voceó Tico.

La arrastraron hasta el estanque. Los golpes menudeaban bajo la mirada distraída de don Quijote y Sancho. Pepote reconoció el rostro entre la maraña de pelo negrísimo y revuelto por la paliza. No la había visto desde junio, cuando, en los billares, le dijo que se marchaba a Barcelona para ver a la familia y, de paso, asistir al concierto de los Rolling.

--No entiendo cómo pueden gustarte tanto esos piojosos –se oyó decir Pepote en el recuerdo.
--Hay muchas cosas que tú no entiendes –le sermoneó, como en los días de catequesis, como en las largas horas junto al lecho de muerte de su madre, Maribel.
--Maribel... –se oyó decir Pepote en un susurro.
--¿La conoces? –preguntó Tico.

Pepote dudó unos segundos antes de negar. Maribel abrió los ojos y, antes de que el puño de Pepote golpease la nariz partida, musitó:

-Vaya, creía que eras un facha con corazón.





2 comentarios:

  1. ¿Fachas con corazón? Hummm, no sé qué decirte... Lo que sí tengo claro es que dentro de poco, a paso que vamos, esas escenas volverán a repetirse.

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    1. Bueno, en el relato se alude a una relación entre los personajes que puede explicar las palabras de Maribel.

      Acaban de ser exculpados unos neonazis en Valencia. La historia se repite, a su manera, como el ajo.

      La escena, por otra parte, es una recreación literaria de algo sucedido durante las protestas en favor de la abstención en el referéndum sobre la Ley para la Reforma Política. Entonces muchos creíamos en la ruptura, y en ese camino estuvo, por ejemplo, la ORT, a la que perteneció el herido que sale en el relato, Fernando Oliva.

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