Sei a verdade e sou feliz.
Fernando Pessoa.
Ahí el cuerpo tendido sobre campo de amapolas o de grama. El sol acaricia su lomo como la mano de un dios al que ha lamido las llagas. Los dedos de plata y oro lo anegan en sensación.
Y en la sensación piensa que se cumple y completa, que toca la realidad de la flor aplastada por su peso, que la piel divina que lo roza le regala un mundo de felicidad y lo sumerge.
Ahí el cuerpo tendido, una amapola más después de sentir el frío del acero en el cuarto pétalo. Sobre el campo se desvanece el eco de la detonación.
Y de amapolas a fiambre...
ResponderEliminarAsí es.
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