Páginas

23 de enero de 2014

La nueva arca

Las alas de la niebla no dejaban espacio a los ojos. Solo se escuchaban las voces de quienes se acercaron al muelle sin saber muy bien si su propósito iba más allá de ver qué ocurría, si a su curiosidad vencería su compasión o algún vago atisbo de fraternidad. Pero las de los militares que impedían el acceso sobrepujaron las voces indecisas o resignadas, que pronto enmudecieron.

Son extranjeros, dijeron. Exiliados de toda laya: palestinos, curdos, yanomamis, mapuches, tutsis, bosnios, chechenos, librepensadores, esperantistas, veganos, homosexuales, víctimas de ablación, discapacitados, enfermos incurables... Una lista casi interminable, dijeron.

No era más fácil la observación desde el cerro del faro. Allí la bruma parecía solidificarse y calaba hasta los huesos. Así que los atribulados curiosos volvieron a sus casas con la intención de saciar su afán de novedades ante la radio, la televisión o el ordenador.

Las noticias eran confusas. Unos hablaban de cientos de pasajeros; otros, de varios miles de desesperados. Estos aseguraban, siguiendo a la NSA, la presencia de terroristas infiltrados y armas. Aquellos, la de decenas de muertos por la aglomeración de cuerpos y la escasez de víveres. Las primeras imágenes, tomadas en plena tormenta, apenas permitían distinguir las enormes dimensiones del buque peligrosamente escorado sobre la masa de agua enfurecida.

Mientras los representantes de la comunidad internacional se señalaban unos a otros con el dedo y la OTAN, que, pese a las protestas de la Federación de Rusia, cercaba la nave en un perímetro de tres millas marinas, impedía todo socorro en tanto la embarcación, que no podía o no quería comunicarse, no diera señales de vida, la imaginación popular, alentada por la dilación del espectáculo y las ocurrencias de regocijados o espantados tertulianos que mostraban fotos de la borda atestada de cabezas, acabó bautizando el buque con el nombre de “La nueva arca”.

La disputa sobre el acierto del nombre renació cuando cayeron los primeros cuerpos al agua. Las fuerzas de la ONU, que habían tomado el relevo con  facilidad, pues bastó con poco más que cambiar los cascos de la tropa, no hablaron de supervivientes, pero certificaron que la línea de flotación de “La nueva arca” ascendía. 

Horas después, el debate recrudeció al conocerse que soltaron aves desde la cubierta. Todavía se discute si fueron cuervos o palomas.

2 comentarios:

  1. Más que arca parecía la nave de los apestados. Inquietante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro.

      Me parece que puede ser el sueño de aquellos que quieren poner fronteras a todo, de quienes solo se miran en su mismidad, de quienes, en fin, apelan a la seguridad para salvaguardar, entre otras cosas, un concepto criminal de propiedad privada o de patria.

      Eliminar

Piénselo bien antes de escribir