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3 de abril de 2013

Banderas, estatuas, mitos


Luce a ratos el sol sobre las estelades que cuelgan de balcones y ventanas ilerdenses, como luce sobre el bronce que arrojó de sí la memoria de Istolacio e Indortes, para encarnar, es un decir, a Indíbil y Mandonio. Es lo que tiene pasar del humilde yeso decimonónico que concibió Medardo Sanmartí a la aleación, entre militar y numismática, también es un decir, pergeñada en 1946.

Según Diodoro de Sicilia, Istolacio e Indortes fueron dos caudillos o generales celtas que se opusieron a Amílcar Barca y perecieron en el intento. Puede entenderse quizá que el martirio de Indortes no fuera mérito suficiente para borrar u olvidar el hecho de que su crucifixión, pues así las gastaban los cartagineses, vino después de intentar salir por piernas sin presentar batalla. 

A su mayor o mejor pasta de héroes, con crucifixión del segundo incluida, pues así las gastaban también los romanos, Indíbil y Mandonio unían el ser figuras más acordes por su origen (ilergete uno, ausetano el otro) para sustentar, siguiendo los extraños vericuetos de la Historia, no ya las veleidades patrióticas del liberalismo romántico de un Modesto Lafuente, sino, sobre todo, las del nacionalismo catalán nacido al amparo de la Renaixença

Poco importaba a unos y a otros que estos régulos o reyezuelos alternaran los amores de sus consensos, acuerdos o alianzas entre las dos potencias extranjeras enemigas. Tampoco les importó, dicho sea, no de paso, sino con alevosía, a los mitógrafos o, si se prefiere, mitómanos franquistas cuando se agenciaron los cromos para su catálogo.

El grupo escultórico que se alza frente al Segre tiene su mérito, no cabe duda. Pero, según nuestra modesta opinión, y que nos perdonen los leridanos, solo le falta, para completar el arrastre de esencias patrias, un torito, un bou, si se prefiere, muerto a los pies de los incitantes y festivos mozancones. Ya hay una lanza, que vale como tal o como puya; no es difícil imaginar, por tanto, orejas y rabo en lugar de cadenas y falcata.

La estelada es la enseña de una aspiración legítima: la independencia. “Independencia” es el concepto que, en el XIX, asociaban Modesto Lafuente y Emilio Castelar con los mitos citados y otros como Orisón y Viriato. “Independencia” es  la palabra que da título a la obra de Sanmartí o, según las versiones, forma parte del mismo. “Independencia” es, lo habrán adivinado, término que, en los libros de texto del franquismo, acompañaba a nuestros personajes.

Faltaría hoy encontrar al ilergeta capaz, al andoba, perdón: al Andóbales avezado en distinguir tirios de troyanos o cartagineses de romanos, siquiera para chalanear con ellos o, mejor, ver si en latín y en púnico significa lo mismo la palabra “desahucio”, por ejemplo.

5 comentarios:

  1. No se si en latín o en púnico, pero en román paladino, desahucio es sinónimo de crucifixión.
    En cuanto a la manipulación de los personajes históricos, el franquismo fue un maestro pero juraría que lo aprendió de los curas. La iglesia en connivencia con el poder es la que ha manipulado la Historia de forma soez, elevando a sus amigos y denostando a sus enemigos La leyenda negra de los Vándalos se debe a la Iglesia, lo mismo que la elevación del golpista, traidor y secesionista San Hermenegildo, quien para colmo, da nombre a una gran cruz militar.
    Y hay muchos otros como Isabel la Católica o el Cid.

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    1. No dudo de que estás en lo cierto.

      Me llama la atención que Indíbil y Mandonio estén en altares supuestamente contrapuestos o enfrentados y que los turiferarios se escuden en el mismo concepto o valor: "independencia". Curioso, ¿no?

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  2. Vaya, me pillas bastante "in albis" en estos temas. Podría haberme informado a través de Rogelio (alías Google) pero he preferido darte mi opinión limpia de polvo y paja. No la tomes demasiado en cuenta.
    Supongo que te refieres a que la Independencia tenía un significado bien diferente hace más de dos mil años, que ahora. No es lo mismo el sentimiento humillante de saberse sometido por otros, que el sentimiento, también legítimo, de querer reivindicarse como un país autónomo.
    Como siempre, aunque me resulte necesario, a veces, leer tus textos un par de veces, reconozco que tienes un estilo genial escribiendo.
    La música, ya lo sabes, me encanta.

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    1. Tú misma hablas de "sentimiento". Desde luego que es respetable y legítimo y, en el caso de España, una cuestión abierta desde hace tiempo a la que no se ha dado solución racional en gran medida por causa del exceso de "sentimiento" o de prejuicio ideológico de unos y otros.

      Acudir a los desvanes de la Historia para apuntalar un sentimiento puede ser legítimo, pero me parece pueril. Por eso me llama mucho la atención que "sentimientos" aparentemente encontrados tomen como referencia los mismos mitos o figuras. En este caso, Indíbil y Mandonio.

      Por otro lado, está el hecho de atenerse a, digamos, sel sentimiento identitario sin más análisis. De esta manera, pensando por ejemplo, en el caso catalán, no entiendo que se defienda con tanta alegría que uno sea explotado con más gusto por alguien que habla tu lengua materna. No sé si me entiendes.

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  3. Te entiendo perfectamente. Y soy capaz también de entender ese sentimiento de adhesión a unos líderes por el sólo hecho de hablar su misma lengua, aunque yo no los comparta. En cierto modo es un anhelo que no admite razones. Sólo el tiempo y la historia sabrá valorarlo.
    Por lo que a mí respecta, cualquier puerta me sobra y me produce desazón.

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