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9 de enero de 2013

La mano de la esperanza


Nunca acabaría de arrepentirse de ser tan tardo. Tampoco sabía si dejaría de perdonarla. 

El agua se convertía en sangre y apenas servía para mitigar el calor creciente; pero ella conservaba su lozanía. La oscuridad no ocultaba del todo las úlceras de su torso; pero ella seguía siendo una hábil tejedora, por lo que la única túnica con que él podía presentarse aún ante otros hombres parecía nueva y completaba la labor de las sombras. 

Mientras enjugaba su cuerpo llagado, Epimeteo se dijo que no podía reprocharle siquiera su afición al lujo y a las fiestas, pues él mismo había participado de ella. Por debajo del croar continuo que llegaba del palacio del tirano, oyó que algo se movía en el rincón del ánfora. La tapa yacía hecha pedazos en el suelo. Entre las tinieblas, creyó ver una mano diminuta que se soltaba del borde de la vasija y una figura como de enano que corría veloz y escapaba.

-¡Pandora! –gritaba en vano por los aposentos.

El ruido de los truenos impidió a la criada atender a los reclamos de Epimeteo. Si los hubiera escuchado, le habría dicho que su mujer se había ido de compras.




10 comentarios:

  1. Vine pensando en otra Esperanza. Si es que no me la quito de la cabeza...

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  2. Joder, nunca se me ocurrió ver a Pandora como a una mujer que se va a las rebajas. Seguro que para muchos es así.

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  3. No sé cómo interpretarlo. Si la esperanza fue lo único que quedó después de que volaran todos los bienes a otras manos, o a las de Pandora. O la esperanza se quedó encerrada dentro del ánfora. Me lo pones difícil, amigo Juan Carlos.

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    1. El relato es deliberadamente ambiguo. Pero yo no pensaría tanto en bienes que vuelan, sino en males que se liberan, siguiendo los Trabajos y días de Hesíodo. En cualquier caso, y ahí está la ambigüedad con su rozagante meollo, en el relato se dice que el ánfora ha quedado abierta (los males, los del Apocalipsis -ríos de sangre, calor, ranas, truenos-, campan). ¿Qué pasó con la esperanza?: Epimeteo "creyó ver" salía huyendo.

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  4. Vaya, si no es por tus aclaraciones, últimamente me quedo casi "in albis" con tus textos. Gracias.

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    1. Tranquila, a mí me pasa igual, pero le doy la interpretación que me apetece, sea la que Juan Carlos busca o no. Es lo que tiene la ambigüedad que vale para cualquier cosa,

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  5. Ji, ji, ji.

    A decir verdad, una vez escrito algo me convierto en un lector más, por lo que mi lectura no tiene por qué ser la más acertada.

    El juego o la cosa estriba en que me divierta más o menos escribiendo y que el resultado puede interesar a los lectores. Unas veces salen cosas más elípticas y, otras, más diáfanas.

    Veremos qué pasa con el próximo relato, que ya está cocinado.

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