Hace unos días me decía a mí mismo que no tenía que escribir sobre uno de los mayores ataques perpetrados contra la educación pública en la Comunidad de Madrid, porque podría desbordárseme la bilis de tal manera que el mensaje no quedase claro. Sin embargo, toda paciencia tiene un límite y hasta mis digestiones necesitan realizarse como manda natura.
Del ataque ya se habrán enterado los lectores de esta página, supongo. Es posible que no conozcan tanto los motivos por los cuales una parte, al menos, del profesorado los rechaza. Digo “una parte” porque quiero creer que los más de mil profesores (ABC habla de unos 2000 asistentes) que nos reunimos ayer en asamblea representamos el sentir de una parte mayor. Es posible que conozcan menos las razones de padres preocupados por la situación. Siento no hablar detenidamente de unas y otras (pueden encontrar bastante de ambas en los enlaces o siguiendo la etiquetas #profesoresinEsperanza y #OpinoEducación en Twitter), pues ellos lo han hecho mejor de lo que los hepatocitos me permitirían ahora.
Quiero hablar de algunos argumentos que esgrimen quienes tienen la mayor responsabilidad en la dirección de la educación en Madrid: Esperanza Aguirre y Lucía Figar. Argumentos, cabe imaginar, que harán las delicias de sus turiferarios en los medios y de muchos ignaros envidiosos y resentidos que votan a la primera e, incluso, de otros tantos que no la han votado. Argumentos, en fin, que son una mezcla inextricable de ignominia, desprecio, mentira y, esto no es lo menos grave, ineptitud e ignorancia.
Sabrán ustedes de la carta de la señora Aguirre que está por llegar a mi buzón. Es una carta que se ha redactado pensando no sólo en los profesores a los que oficialmente va destinada, sino, también y quizá especialmente, en la opinión pública, en cierta opinión pública, pues no en vano apareció misteriosamente en El Mundo como primicia. En ella, llama la atención que el subconsciente traicione a doña Esperanza, o a quienquiera que la haya redactado, al presentarse en el encabezamiento de la siguiente guisa: “La Presidenta”. Pero lo que me da más que grima es la manipulación, por no decir la falsía, que podría calificar de torpe si no fuera porque cala en aquellos que dije un poco más arriba, con que habla no sólo del horario de los profesores, sino, sobre todo, del paro y la calidad de la enseñanza. Al hablar de paro, parece que sólo le preocupan las grandes cifras para utilizarlas como arma arrojadiza y no las que ella provoca. ¿Me equivoco al creer que no es fácil mantener o aumentar la calidad de la enseñanza con menos profesores y más alumnos? No faltan ejemplos que permiten asegurar que puedo estar en lo cierto.
Menos mal que Aguirre no alude a la LOE, como ha hecho de manera repetida Lucía Figar (aquí y aquí, por ejemplo), que atribuye a dicha ley el milagro de establecer el horario de los profesores. Digo “milagro” porque es falso. Hasta hace poco pensaba que esto formaba parte de una maniobra de intoxicación o desinformación, pero las palabras de Figar que se oyeron anoche en “El gato al agua” de Intereconomía hacen pensar, también, que no tiene ni idea, que sigue bajo los efectos alucinógenos de la bendición papal o, simplemente, que hace burla de mi profesión. Las palabras fueron, más o menos, estas: “Un profesor de Física puede dar Matemáticas o uno de Lengua puede dar Literatura”. Quizá soy yo el que padece alucinaciones y no me he enterado hasta ahora, pues llevo veinte años dando clase de Lengua Castellana y Literatura, que es como se llama a mi materia en eso que llaman currículos.
“Vienen de dos meses de vacaciones”... Ay, de poco va a servir a quienes oyen a esta señora recordarles que tenemos, casi, las mismas vacaciones que sus hijos y que, por ello, cobramos bastante menos que un funcionario del mismo nivel en otros sectores de la Administración. Mas no quiero hablar de dinero cuando está en juego el pan de miles de interinos.
Dan ganas de hacer huelga, aunque nadie lo entienda.
Del ataque ya se habrán enterado los lectores de esta página, supongo. Es posible que no conozcan tanto los motivos por los cuales una parte, al menos, del profesorado los rechaza. Digo “una parte” porque quiero creer que los más de mil profesores (ABC habla de unos 2000 asistentes) que nos reunimos ayer en asamblea representamos el sentir de una parte mayor. Es posible que conozcan menos las razones de padres preocupados por la situación. Siento no hablar detenidamente de unas y otras (pueden encontrar bastante de ambas en los enlaces o siguiendo la etiquetas #profesoresinEsperanza y #OpinoEducación en Twitter), pues ellos lo han hecho mejor de lo que los hepatocitos me permitirían ahora.
Quiero hablar de algunos argumentos que esgrimen quienes tienen la mayor responsabilidad en la dirección de la educación en Madrid: Esperanza Aguirre y Lucía Figar. Argumentos, cabe imaginar, que harán las delicias de sus turiferarios en los medios y de muchos ignaros envidiosos y resentidos que votan a la primera e, incluso, de otros tantos que no la han votado. Argumentos, en fin, que son una mezcla inextricable de ignominia, desprecio, mentira y, esto no es lo menos grave, ineptitud e ignorancia.
Sabrán ustedes de la carta de la señora Aguirre que está por llegar a mi buzón. Es una carta que se ha redactado pensando no sólo en los profesores a los que oficialmente va destinada, sino, también y quizá especialmente, en la opinión pública, en cierta opinión pública, pues no en vano apareció misteriosamente en El Mundo como primicia. En ella, llama la atención que el subconsciente traicione a doña Esperanza, o a quienquiera que la haya redactado, al presentarse en el encabezamiento de la siguiente guisa: “La Presidenta”. Pero lo que me da más que grima es la manipulación, por no decir la falsía, que podría calificar de torpe si no fuera porque cala en aquellos que dije un poco más arriba, con que habla no sólo del horario de los profesores, sino, sobre todo, del paro y la calidad de la enseñanza. Al hablar de paro, parece que sólo le preocupan las grandes cifras para utilizarlas como arma arrojadiza y no las que ella provoca. ¿Me equivoco al creer que no es fácil mantener o aumentar la calidad de la enseñanza con menos profesores y más alumnos? No faltan ejemplos que permiten asegurar que puedo estar en lo cierto.
Menos mal que Aguirre no alude a la LOE, como ha hecho de manera repetida Lucía Figar (aquí y aquí, por ejemplo), que atribuye a dicha ley el milagro de establecer el horario de los profesores. Digo “milagro” porque es falso. Hasta hace poco pensaba que esto formaba parte de una maniobra de intoxicación o desinformación, pero las palabras de Figar que se oyeron anoche en “El gato al agua” de Intereconomía hacen pensar, también, que no tiene ni idea, que sigue bajo los efectos alucinógenos de la bendición papal o, simplemente, que hace burla de mi profesión. Las palabras fueron, más o menos, estas: “Un profesor de Física puede dar Matemáticas o uno de Lengua puede dar Literatura”. Quizá soy yo el que padece alucinaciones y no me he enterado hasta ahora, pues llevo veinte años dando clase de Lengua Castellana y Literatura, que es como se llama a mi materia en eso que llaman currículos.
“Vienen de dos meses de vacaciones”... Ay, de poco va a servir a quienes oyen a esta señora recordarles que tenemos, casi, las mismas vacaciones que sus hijos y que, por ello, cobramos bastante menos que un funcionario del mismo nivel en otros sectores de la Administración. Mas no quiero hablar de dinero cuando está en juego el pan de miles de interinos.
Dan ganas de hacer huelga, aunque nadie lo entienda.
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La política (y sus consecuencias) es cada día menos de entender y más de creer. En suma, actos de fe. Y los políticos, telepredicadores. Pero acabamos de empezar. Verás lo que se avecina, vecino.
ResponderEliminarMal de muchos,consuelo de tontos?¡No!Como sabrás ayer la Cospe desplegó una auténtica batería de "austeridad" que también me llega,al igual que a tí y tantos compañeros.Sí,también pasamos de las 18 a las 20 horas.Pero eso,al menos para mí,no es lo más importante.Aquí importa cómo los interinos no van a cobrar durante el verano,como las bajas apenas se se cubrirán,como el desempleo se va a cebar con un colectivo demasiado castigado y como la educación pública va a seguir siendo más subsidaria de la concertada.
ResponderEliminarMe cabreo pero no tengo razón ya que sé de la forma de "mandar" ,que no gobernar, de esta gente.Por lo tanto,era de esperar y aunque no nos pillase "confesados" todos sabiamos lo que pasaría con la llegada de esa mujer a la Presidencia.
No,Juan Carlos.Ellos hacen su trabajo y muy bien hecho.Ponen en práctica su ideología sin cortarse un pelo.La culpa es de otros que tomando banderas dignas actúan como quintacolumnistas.Estos otros son los más peligrosos.Los otros sabemos quienes son y cómo se las gastan.
Esta tierra mía ha hecho un gran esfuerzo inversor en Educación desde el traspaso de competencias.Ahora,de la noche a la mañana todo se viene abajo como un castillo de naipes mal construido.
Lo que de verdad debemos denunciar es la impostura de los que se llaman progresistas y portan banderas que no les corresponden.
La señora Salgado elogia el plan de austeridad de Cospedal.
Todo es cuestión de traidores o,simplemente,de nosotros mismos a quienes han engañado demasiadas veces.¡Al menos a mí!
Me ha parecido entender que estás en el Jimena (Fuenlabrada). Espero que así sea porque acabo de llegar y necesito "orientaciones"
ResponderEliminarFrancisco: no se trata de ver: lo temo.
ResponderEliminarFelipe: Sé del "cospedalazo", así como del espaldarazo de la Salgado. Es cierto que, para hablar de traidores, hay que remontarse más atrás. Si pensamos en la educación, a los conciertos. Y no son las horas, efectivamente: la mayoría haremos lo posible por no perjudicar a nuestros alumnos y lo saben. Pero ¿y cuando no se pueda más? Si pensamos globalmente, no hice caso de traidores desde el referéndum de la OTAN. Ya ha llovido. En cuanto a las jefas (hablo de las mías), son buenas actrices, cierto; pero la barca la manejan otros y la careta chirría si uno sabe. ¡Que Tutatis os/nos coja excomulgados!
MC PONCE: Efectivamente. Para lo que yo pueda alcanzar, cuenta conmigo.
A mi me parece una burda maniobra más de atacar a los servicios públicos, enrareciéndolos, estropeándolos, quitando la calidad. Si la educación pública es de la misma calidad que la privada, quién pagaría por ella? como podrían mirar por encima del hombro? como se consigue formar una generación de paletos que traguen con lo que diga el señorito? Jodamos la educación pública y ... que parezca un accidente.
ResponderEliminarLo siento.
Mi apoyo!
Salu2
Aprovecho paréntesis en la corrección de exámenes para darte las gracias, Markos.
ResponderEliminarY espero tener, también, algún paréntesis entre movilizaciones, para dar gracias a todos en el futuro.
Alguien lo entenderá. Y con esta maravillosa música, no tendrán más remedio que escucharlo.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Mariajo. Aunque he de precisar que la música va con la entrada anterior.
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