Te busco en la tibia penumbra
de la casa vacía,
cortada sólo por los signos
luminosos y helados
de tu nombre.
Quiero evocarte,
sentir el calor de tus manos
rozando ventanas gastadas
como páginas en que aliente
la voz de un cuerpo.
Y que me digas si es posible
encontrar emociones
en un eco y latidos
en una sombra.
Sólo tengo estampas antiguas,
juguetes inservibles,
fragmentos de mi rostro
atrapados en los añicos
de un espejo,
no tu respuesta.
Háblame, hermano.
Buff, no me atrevo a comentar. ¿Evocas a un hermano perdido? Muy emotivo y bello.
ResponderEliminarEstoy con Galván. Muy bonito.
ResponderEliminarSaludos.
El poema es una maravilla. Aunque la inspiración me resulta terrible. Un hermano suele ser el ser más semejante que tenemos, perderlo es terrible y mezclarlo con recuerdos de la infancia durísimo. No sé...nos dirás.
ResponderEliminarSalu2
Es raro en mí, pero Markos, difiero de tu opinión. Mi hermana y yo no seremos ni mejor ni peor el uno respecto al otro, pero si algo es cierto es que para nada somos semejantes.
ResponderEliminarSaludos.
Huy: siento desilusionaros o, si lo preferís, quizá tenga que estudiar que pasaba en mi vida y en mí allá por 1996, año en que hice la penúltima corrección al poema. Y es que algo de lo que intuís o deducís ocurrió, aunque no se trató de una pérdida exactamente.
ResponderEliminarQuizá tras este poema estuviera ese trasfondo. Sin embargo, yo siempre lo he entendido como la búsqueda del lector ideal, el hermano, el semejante, del que hablaba Baudelaire en un conocido poema, por parte del autor.
A ver si voy a tener que hacérmelo mirar.
Gracias, amigos, pese a todo.
Suelen decir que en todas las obras se refleja algo de lo que llevamos dentro: lo que buscamos, lo que entendemos y de alguna manera nos ayuda o interfiere en la búsqueda diaria de uno mismo.
ResponderEliminarNo sé si es la impresión, o la edad, lo que nos hace buscar cada día a ese hermano de tu poema. Creo que es una búsqueda general de todo un mundo. Todos buscamos de contínuo, cada día más, una respuesta en el espejo.
Ah, Froilán: una vuelta o giro trascendente. Me gusta.
ResponderEliminarLo bonito y odioso de las palabras es que muchas veces no se entiende lo que se quiere decir y aunque ello conlleve en algunas ocasiones a mal entendidos...seguimos diciendo y escribiendo porque no seríamos nada sin ello.
ResponderEliminarCreo, que buscar ese hermano no haría más nublar la realidad que refleja ese espejo, porque lo que siempre veremos será a nosotros mismos. Quizás, lo que buscamos ya lo hemos encontrado, solo que nos gustaría que fuese algo más.
Besos.
Anna: seguiríamos siendo sin ello.
ResponderEliminarEn cuanto a lo segundo, escribir para uno mismo puede resultar entretenido, mas incompleto.
Seguiríamos siendo, sí. Qué remedio.
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