Detrás de las lapidaciones, detrás de las grúas de las que penden, ahorcados, jóvenes que fueron condenados a muerte por cometer, supuestamente, delitos cuando eran menores de edad, hay un horror que a veces no toca fondo, porque quizá es condición del horror no tenerlo.
Detrás de la soga que aguarda a Ebrahim Hamidi y otros, detrás de las piedras que esperan, en no sé qué limbo o aire, el momento de caer sobre el cuerpo enterrado de Sakineh Mohammadi, hay, también, un clamor que no se oye bien y, sobre todo, un puñado de locos que defienden los derechos humanos en el infierno. Entre esos locos hay abogados.
Seguro que ustedes conocen el caso de Sakineh. Es probable que, cuando menos, hayan puesto su firma en cualquiera de las campañas promovidas en su favor. Sin embargo, quizá no sepan que un tal Mohammad Mostafaei es su abogado. Quizá no sepan, tampoco, que Mostafaei defiende a Ebrahim Hamidi y a unas decenas de jóvenes condenados a muerte en Irán.
El día 24 de julio, después de cuatro horas de interrogatorio, Mohammad Mostafaei desapareció. Las autoridades iraníes se presentaron en la oficina o despacho de Mostafaei con una orden de arresto. Como no lo encontraron, detuvieron a la mujer y al cuñado.
Es probable que Mostafaei haya pasado a la clandestinidad. Es posible que el guardián del infierno haya trazado un plan macabro para que todo el mundo crea eso.
Hay un pequeño clamor por la familia de Mostafaei y por el mismo Mostafaei. Como de ello ha escrito Juan Carlos en el blog Nemat Safavi, les ruego que vayan allí, lean lo que se ha escrito, si les interesa o apela a su curiosidad, y decidan.
Ya sé, ya sé: el verano, la Roja, los toros, la reforma laboral, la crisis...
Detrás de la soga que aguarda a Ebrahim Hamidi y otros, detrás de las piedras que esperan, en no sé qué limbo o aire, el momento de caer sobre el cuerpo enterrado de Sakineh Mohammadi, hay, también, un clamor que no se oye bien y, sobre todo, un puñado de locos que defienden los derechos humanos en el infierno. Entre esos locos hay abogados.
Seguro que ustedes conocen el caso de Sakineh. Es probable que, cuando menos, hayan puesto su firma en cualquiera de las campañas promovidas en su favor. Sin embargo, quizá no sepan que un tal Mohammad Mostafaei es su abogado. Quizá no sepan, tampoco, que Mostafaei defiende a Ebrahim Hamidi y a unas decenas de jóvenes condenados a muerte en Irán.
El día 24 de julio, después de cuatro horas de interrogatorio, Mohammad Mostafaei desapareció. Las autoridades iraníes se presentaron en la oficina o despacho de Mostafaei con una orden de arresto. Como no lo encontraron, detuvieron a la mujer y al cuñado.
Es probable que Mostafaei haya pasado a la clandestinidad. Es posible que el guardián del infierno haya trazado un plan macabro para que todo el mundo crea eso.
Hay un pequeño clamor por la familia de Mostafaei y por el mismo Mostafaei. Como de ello ha escrito Juan Carlos en el blog Nemat Safavi, les ruego que vayan allí, lean lo que se ha escrito, si les interesa o apela a su curiosidad, y decidan.
Ya sé, ya sé: el verano, la Roja, los toros, la reforma laboral, la crisis...
La sensación de impotencia que se siente ante el régimen de los ayatolás es aún mayor que el que provoca el despido preventivo impulsado por ZP en su politica de autoenterrador.
ResponderEliminarCierto, vecino. Pero, digamos, la primera es más pura, casi metafísica, pues poco más podemos hacer que indignarnos y echar unas firmas. La segunda es más sonrojante; pues, por lo que se ve, pensamos que, aparte de patalear, no podemos ir más allá de hacer una huelga y votar en consecuencia cuando toque.
ResponderEliminarAy, es que Mostafaei me ha caído siempre bien. Zapatero... uf.
De dictadura a dictadura y tiro porque nos joden. La oca moderna, más heavy, con emociones más fuertes.
ResponderEliminarPues sí, Dezaragoza: de la distadura del mercado con el títere disfrazado de insomnio a la dictadura sin tapujos (el turbante sólo tapa la cabeza).
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