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24 de diciembre de 2009

Mundo del fin

Alguien, un escritor de otro siglo, imaginó un mundo de escribas que trabajaban compulsivamente hasta llenar de papel y tinta mar y tierra. Los barcos, convertidos en islas y casinos, servían de refugio a los poderosos.

Él pertenecía a la raza de los escribas. Mas casinos e islas ya no encallaban en mares de cartón, sino en un amasijo informe de cables y pantallas.

Nadie parecía dispuesto a conversar al otro lado de las ondas, de modo que dirigió el objetivo de la cámara al cielo. El sol caía a plomo sobre la llanura agostada. Tenía sed, pero la cantimplora estaba vacía.

Pensó que el escritor había acertado en el fondo; aunque, en el fondo, se equivocara y aunque la intención de su escrito fuese otra. En el mapa que traía envuelto en un pañuelo rojo, el escondite estaba marcado con una X de trazo irregular.

Pensó que, al fin y al cabo, fuera cual fuese el fin, los poderosos siempre estarían a salvo de miradas indiscretas. Entonces, le daría la oportunidad de explicarse, de encontrar una causa plausible de su traición.

Ahora contemplaba el bullicio inaccesible de la Isla 4. Los que allí vivían protegidos de las radiaciones no daban ya importancia al casco agrietado del caballo que acababa de sacrificar. Continuó a pie por el polvoriento sendero. Estaba seguro de que se acercaba el fin de su misión, de su rutinario papel de trasladar inútilmente, pues nadie las leía, palabras de viejas novelas y copiar mensajes de alarma. Inútil pero necesaria labor de escriba que le otorgaba un lugar menesteroso en el mundo.

Pensó que, quizá, algún día, alguien vendría a llamarlo, a liberarlo de la celda en que incesantemente escribía y escribía. Alguien entraría por fin en la cueva empuñando sudoroso un arma. No hizo falta que hablara, pues todo en su figura lo inculpaba. Apretó el gatillo. ¡Bang!

7 comentarios:

  1. Quizá el escriba estaba equivocado al escribir para que otros le leyeran. mejor le hubiera valido escribir para leerse a sí mismo y olvidarse de todo lo demás

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  2. Eso sería, vecino, si no estuviera en la condición del escriba el escribir al dictado, pues un escriba no es un escritor. Por otra parte, un escritor puede escribir para sí mismo (es lo que dicen muchos: "escribo, en principio, para mí"), pero si se quedara ahí no publicaría, no daría a conocer su obra.

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  3. Interesante. ¿Para quien escribimos? La escritura es un beso o una caricia para los demás, o es una mirada al espejo. Escribimos un poco para recordar o para que nos recuerden...

    Carpe Diem

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  4. El escriba, cualquier currito de a pie... qué grande Cortázar.

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  5. Quizá tengas razón, Adolfo.

    Eso es, Dezaragoza: un currito que a veces se cree el centro del mundo cuando sólo es un eco.

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  6. [...] pero, a veces, hay que creerse el centro del mundo para ser, al menos, un eco.

    ¿Habrá pensado/considerado el escriba si los demás sabían leer?

    Un abrazote, pá

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  7. Ya, Kir, pero humildemente, sin alharacas.

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