Ven, niño, ven a balancearte. Ven a imaginar que besas el cielo y que las nubes te sonríen allá arriba. ¿Es un niño o es una niña? Creo que es un niño. Un niño. ¿Estás seguro? No completamente. ¿Qué hace ahora? ¿Por qué no viene? Parece estar mirando hacia el fondo de la escena, como antes. ¿Como antes? No comprendo por qué no viene hacia aquí. Esto de fiarme de los ojos de mi amanuense no me satisface. Ven, niño, ven. ¿No me oye? No puede oírte. ¿No puede? ¿Qué hay allí que le llame tanto la atención? No sé. No se ve muy bien. Parece una pared cubierta de un seto muy alto o una fila de cipreses... ¿Cipreses? Sí: ya recuerdo. ¿Y no recuerdas lo que hacía el niño? ¿No recuerdas tampoco lo que el otro niño estaba haciendo? Parece como si ambos jugaran al escondite. ¿Otro niño dices? Tú quieres que me vuelva loco, escribiente. No, no lo recuerdo. ¿Cómo es el otro niño? ¿Tú crees que éste vendrá, si lo llamo? Me siento muy solo. Lo dudo. Está ahí, inmóvil, según parece, pegado o recostado en el tronco del árbol. Es apenas una mancha blanca. ¿Un árbol? Sí, y de él parece colgar otro columpio. ¿Otro columpio? Es verdad: ya me acuerdo. Y yo, ¿de dónde cuelgo? ¿No recuerdas eso? Vaya memoria que tienes, columpio. ¡Ay, transcriptor, no me mortifiques!
¡Amanuense! Háblame de la niña. ¿Amanuense? No me dejes solo, por favor. Tienes que reconocer que ha sido una descortesía, además de un chiste fácil: me llamas traductor y, luego, añades lo de traidor. Ganas me dan de dejarte ahí colgado, como se dice vulgarmente. Por favor... Sobre la niña, ya te dije que no estaba seguro: la imagen es mucho más imprecisa que el resto. ¿Y el banco? Ya lo sabes: nadie se sienta allí. Háblame del tiesto, por favor. ¿Otra vez? ¿Ya se te ha olvidado? Es que no me hago a la idea de estar en un jardín. No logro recordarlo. Es una conjetura, ya te lo he dicho. Pudiera ser un parque. ¿Qué más da? ¿Qué más da? Llevamos aquí varias horas hablando, ¿y me preguntas si da igual? Bueno, hablando, lo que se dice hablando... No me negarás que, de alguna manera que aún no entiendo, mantenemos una comunicación. ¿Lo niegas? ¿Amanuense? Traidor...
¿Que ya no hay niños dices? ¿Que alguien ha recortado la foto dices? Ah, traidor... ¿Ahora me dices que estoy en una foto? Pues no lo admito; no, señor. Recuerdo perfectamente todo: el jardín, el vestido de encajes de la niña, el de marinerito del niño... El otro niño es un primo de Francia... Y la mamá, tan dulce, que se sienta a leer y a pintar en el banco que está detrás de mí... Si no has visto eso es que no has visto nada, amanuense. ¡Una foto! Ya verás... ¡Niño, niña: venid! ¡Venid!
Ya te he dicho que es inútil, es vano que grites. ¿No podrías tú, entonces, sentarte en mí y balancearte un poco? Por favor... Ya soy mayor para eso. No tengo edad. Por favor. Si pudiera ponerme de rodillas, amanuense, lo haría. ¿No te gustan los columpios? No es eso. Además, no creo que pudieras soportar mi peso. No me parece muy segura ni muy firme la cuerda de la derecha... ¿Quieres decir que soy un peligro? Amanuense... Amanuense, no te vayas. Hablemos de otra cosa.
¿Quién te ha creado? ¡Vaya pregunta! Sin contar, primero, con quien te construyó y te colocó en el árbol, está la persona que hizo la foto que sólo yo veo. ¿Sólo tú? ¿Nadie lee esto, entonces? Bueno, sí: hay que contar con los posibles lectores... Serán muchos, ¿no? No: sólo unos pocos. ¡Unos pocos! ¡Ay! No te atormentes. Las cosas son así. ¡Que no me atormente! ¡Es para volverse loco!
Dime una cosa, transcriptor... Estas palabras que digo y que tú escribes pacientemente, son mías, ¿verdad? Amanuense: ¿son mías? ¡Amanuense!
Lo reconozco, no lo pillo.
ResponderEliminarHe de irme, pero mañana vuelvo y lo vuelvo a leer, lo pillaré al final. ¿He de irme? ¿Volveré?
Sí, Amanuense, volveré.
Qué surrealismo tan delicioso. Me encanta.
ResponderEliminarTranquilo columpio todos volvemos, sólo te abandonamos temporalmente igual que tú vas y vienes cuando te miramos. Pero en esa foto nunca te fijas.
Salu2
^^ Tampoco yo me he enterado del todo de que va la historia, pero a mi sistema dopaminérgico le gusta. [Y la dopamina no engaña]. ;) Tendré que releerlo para lograr entenderlo del todo.
ResponderEliminarCreo que el niño que queda en mí tampoco te ha hecho mucho caso, porque míralo, ahí sigue, mirando para el otro lado. Una pena, supongo, el columpio parece cómodo y garantiza diversión: está muy usado.
ResponderEliminarJuanjo y Kir: no creo que Oulipo tenga tampoco una idea muy precisa de lo que el texto significa. Como Markos apunta en su comentario, Oulipo se ha dejado llevar por asociaciones y por lo que la imagen sugería. Quizá la cosa apunte, como da a entender Marqus, a ese olvido de los objetos cotidianos, que no tienen otra vida o existencia que la que se deriva del uso. Pero el uso los humaniza, y esto permite imaginarse cómo podrían sentirse.
ResponderEliminarNo quiero seguir. Todo texto se cumple en la lectura que cada uno haga.
Muchas gracias a los cuatro.
Bueno, pues releída la historia tras tu "comentario-prólogo" me ha quedado mucho más claro. Ahora sí lo pillo.
ResponderEliminarUn abrazo a Cypher, a Oulipo y a tí Juan Carlos (el hombre de la múltiple personalidad).
Os dejo que tengo una cita con Raplace, Tales y Pitágoras. Se va a montar una fiesta... :(
¿Raplace? Qué cosas más raras estudias, Juanjo.
ResponderEliminar¿Una fiesta? ¿Para bailar con la más fea?
Suerte, Juanjo: se pueden encontrar flores en el estiércol.
Te leo y disfruto con ese juego que planteas y al que debo volver para enterarme.
ResponderEliminarNos sorprendes gratamente, incluso esas dudas que te vas planteando a medida que avanzas en el texto, son las mismas que a nosotros nos cercan.
Pero, no hay duda, estas palabras son tuyas.
¿o no son tuyas? ¿O son de Amanuense?...
ResponderEliminarBuen día, amigo
Pienso que en el ir y venir del columpio, veo una idea nueva cada vez, una nueva reflexión sobre cómo sentimos, cómo nos miran o cómo una conversación ilógica puede ser lógica en la mente del que imagina una realidad nueva para cada observador.
ResponderEliminarSaludos!!
Jeje
ResponderEliminarNo es Raplace, es Laplace...
Si es que estoy verde. Ya os cuento mañana.
Ah, Froilán, uno no sabe a veces si escribe o sólo es un médium. Aunque no es escritura automática, el texto se escribió en dos trancos con apenas correcciones de estilo y vocabulario.
ResponderEliminarCreo, Alejandro, que lo que comentas es uno de los núcleos de sentido del texto: la realidad o la irrealidad que confiere el punto de vista o la voz. Una mirada es una lectura, y es un ir y venir que construye una imagen, no sólo de lo imaginario, valga la redundancia, sino también de lo existente.
Siguiendo este último hilo y la mención de Laplace (menudo lapsus, Juanjo), me dice Oulipo que quizá le haya salido un texto un tanto relativista, heisenbergiano.
Gracias a todos por vuestra presencia y, sobre todo, por vuestros comentarios tan sugestivos.
El columpio es casi como un blog y las ideas que en él se vierten: cobran valor en la medida en que se leen. Si escribes y nadie lo lee es como un columpio abandonado que ningún niño usa.
ResponderEliminarSolo queda la satisfacción del autor por el trabajo de creación, tanto del blog como del columpio.
Vecino: nada mal la lectura que haces. Habrá que consultar con el mellizo.
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