Carmencilla, chiquinina:
Esta carta no te va a llegar nunca. Y no es porque el tiburón la vaya a hacer trizas, sino porque apenas me quedan fuerzas ya para seguir convirtiendo esta cárcel de la calle Salas en el antiguo asilo de ancianos desde cuyo piso alto admiro las agujas de la catedral y me llega el rumor de la palmera y el pino, que conversan en su lenguaje de vida vegetal de patio a patio.
Carmencilla, Carmencilla... Necesito repetir mucho tu nombre, también los de Casi, tío Rubén, Chachita, Cintia, para no olvidarlos. Porque temo que se pierdan con el mío en ese vacío que me aguarda. Porque me llegan, una y otra vez, con los rostros desfigurados, los de Luisa Rodríguez, Dionisia Manzanero, Elena Gil, Julia Conesa... Las trece rosas. Y ahora, como entonces, mucho más que entonces, siento que estoy de más.
Han dejado que me acercara a la enfermería, pues aún no han llegado monseñor Miralles Sbert y el Gobernador. Hoy es el gran día, dicen. Doña Bárbara, las otras señoras de Acción Católica y las monjitas andarán relamiéndose con el triunfo. El dolor del pecho no me deja pensar, Carmencilla; pero no creo que el aceite alcanforado alivie mi sufrimiento, porque otro dolor, más hondo, es el que me acucia. Los versos de Santa Teresa tampoco me corfortan: abren más la llaga. Y es una llaga que supura, chiquinina mía. No puedo ver sin llorar los rostros de esos niños a los que amenazan con dejar sin leche si yo no me convierto. Tú sabes, Carmencilla, lo mucho que me preocupan los niños, los más desgraciados, con sus corazoncitos, tan sensibles y tan a merced de los caprichos de los mayores.
No puedo, no puedo aceptarlo. Sería como prostituirme. Ay, esos niños... ¿Será lo mío un capricho? Cuánta falta me hacen ahora esos versos que me dedicó Miguel Hernández. ¿Cómo eran?:
En la tierra castellana
el castellano caía
con la voz llena de España
y la muerte de alegría.
Pero esto no es Castilla, mi chiquitina, y la alegría, excepto la de saberte a salvo de la barbarie, no me sobra. Quien sobra soy yo.
Se va haciendo tarde, Carmencilla. Oigo ruido de motores y verjas que se abren. Espero que me sigas queriendo y que te acuerdes de mí a pesar de lo que te cuenten, a pesar de lo que voy a hacer. Que tú, mi niña, mi chiquitina, y esos pobres niños me perdonéis.
Se va haciendo tarde, Carmencilla. Oigo ruido de motores y verjas que se abren. Espero que me sigas queriendo y que te acuerdes de mí a pesar de lo que te cuenten, a pesar de lo que voy a hacer. Que tú, mi niña, mi chiquitina, y esos pobres niños me perdonéis.
Muchos besos y muchos abrazos de
Tu madre.
Tu madre.
Nota: En la tarde del 26 de septiembre de 1942, Matilde Landa se arrojó desde una galería de la prisión de Palma de Mallorca. Lo que las fuerzas reaccionarias no habían conseguido en vida, su conversión, lo lograron una vez muerta al bautizarla in articulo mortis.
Sirva esta carta imaginaria de homenaje a esta luchadora republicana y, por extensión, a todas las mujeres que dieron su vida por la causa de la libertad.
Para quien quiera más información:
- Mundo Obrero: “Matilde Landa, un símbolo de la lucha antifranquista.”
- Rebelión: “Dos cartas de Matilde Landa a Carmen López Landa.”
- Alejandra desde el más allá: “Matilde Landa injustamente olvidada sale a luz su vida.”
- Geocities: “Matilde María Carolina Landa Vaz.”
- Fernando Hernández Holgado: Mujeres encarceladas.
- Carmen Domingo: Coser y cantar.
Has cogido el tono a la perfección. Una carta homenaje muy muy emotiva.
ResponderEliminarLo de bautizarla mientras agoniza en el patio de la prisión es un hecho sobrecogedor. No me extraña que las llamara tiburones, aunque a mí me parecen más bien buitres.
Un detallito sin importancia. A la url de Rebelión le sobre el http:// del final; da error al visitarla.
Un saludo.
Gracias, Marqus, doblemente.
ResponderEliminarLe he estado dando muchas vueltas al enfoque más apropiado. Desde el principio sabía que tenía que utilizar la primera persona, que fuera Matilde la que hablara. De esta manera, y para no alejarme demasiado del lenguaje del personaje, imaginé cómo podría haber sido la última carta de Matilde a su hija.
Lo del enlace ya está solucionado. Supongo que no transcribí completa la dirección.
Acabo de revisar todos los enlaces por si acaso.
ResponderEliminarAprovecho para añadir, Marqus, que la palabra tiburón es, efectivamente, de Matilde Landa. La utiliza en una de las dos cartas que pueden leerse en Rebelión. Sí: algo referido a los animales carroñeros nos puede resultar más apropiado después de conocer la historia.
Te felicito!
ResponderEliminarUn relato contado en primera persona es un mensaje directo al corazón.
Me ha gustado mucho
¡Un saludo!
Muchas gracias, Alejandro.
ResponderEliminarComo digo más arriba, esta historia debía contarse en primera persona.
Volví, y no creo que pueda leer todo lo atrasado... Sin embargo, lo intentaré...
ResponderEliminarTómatelo con calma, Gento.
ResponderEliminarMe alegro de que vuelvas. Veremos con qué fuerza.
Hola vecino, una carta muy intensa y emocionada. Suponía que era real hasta el final. Bonito y emotivo homenaje. felicidades
ResponderEliminarGracias, vecino.
ResponderEliminarVengo de otro blog de hablar de casualidades. No he leído todas las cartas de Matilde Landa, de modo que no sé si se despidió de su hija.
Sentido y profundo homenaje. Estoy con Paco, parece que la escribiera ella. Le has dado el tono justo. Estás en el camino que te gusta y en el que nos gusta.
ResponderEliminarNo me gustan los héroes muertos (heroína en este caso) sino los vivos. Aunque sirva de ejemplo. Gran homenaje a quienes han estado ahí, gran lección para los que no se atreven.
ResponderEliminarYo también crei hasta el final que era la misma Matilde. No tengo palabras, escribes de libro. Y luego los famosos escritores son otros. ¡País!
ResponderEliminarCon respecto al bautismo in articulo mortis sería de risa si no estuviéramos hablando en serio. Estos católicos y españoles de bien siempre salvando almas. ¿Qué le diría San Pedro a Matilde al llegar al cielo? Panda de imbéciles y algo más.
No sabía nada de Matilde Landa. Su historia me parece sobrecogedora, y la carta realmente una joya, parecía real en todo momento.
ResponderEliminarFelicidades una vez más por tu estilo. Me encanta.
Ahora en la universidad me están haciendo leer a Joaquím Amat-Piniella. No sé si lo conocerás porque escribe en catalán, pero su historia también es estremecedora. Estuvo en Mauthausen.
Bueno, no me extiendo más. Buen post!
Feliz domingo amigo!
Gracias, señores.
ResponderEliminarFroilán: es cierto que estoy en el camino que me gusta, aunque no todos los días me es dado escribir cosas así.
Dezaragoza: estoy de acuerdo: no more heroes. Aunque los ejemplos no sobran. O sí. Pero cuando se da incienso a verdaderos canallas, por no decir asesinos, dan ganas de recordar a gente como Matilde.
Juan: supuesto el caso de que haya cielo y San Pedro sea su portero, supongo que se reiría un poco y le diría a Matilde que esa gente se había tomado demasiadas molestias, puesto que ella ya tenía un puesto a la diestra del Señor.
Juanjo: no conozco el caso de Amat-Piniella, como el de tantos otros. Me informaré. No le hago ascos, como comprenderás, al catalán, aunque no sepa hablarlo en la intimidad.
Me uno al club de los que creáin que la carta había sido escrita por la propia Matilde. :) . Está genial ^^ Me recuerda a estas películas donde alguien recibe (o no) una carta y hay una voz que la va leyendo (algo así como el video de la saudade que puso Santi). ^^
ResponderEliminarYo me he imaginado a Matilde con una media sonrisa acercándose a Juan Carlos y besándole la frente mientras pulsaba "publicar"
ResponderEliminarSalu2
Gracias, Kir y Markos.
ResponderEliminarQuizá en lo más recóndito de mi imaginación recibiera un mensaje así de Matilde.
Quería que la carta fuese algo más que un ejercicio literario. En este caso es de temer y lamentar que haya podido desvirtuar al personaje real. Riesgos que se corren cuando se juega con las palabras y con emociones.
Me conformo con que os haya tocado un poco.
Os dejo aquí la letra de una canción de Barricada escrita por Enrique Villareal (Drogas). Espero que os guste, es muy emotiva... como todo el disco que trata sobre la guerra civil.
ResponderEliminarMATILDE LANDA
Tatuada con aspereza
de balas y cárcel,
sentida por todas
como parte importante.
De anhelos cercanos
de libertad y coraje,
has llegado más lejos que el viento
que fujitivo te llevó con él (te llevó con él).
Matilde Landa, republicana,
no pudieron colgar de tu pecho
ni crucifijos ni sotanas.
Matilde Landa, republicana,
no pudieron colgar de tu pecho
señales amargas.
Qué irónica es la vida,
que por un lado seas consuelo para muchas,
y a la vez la soledad
te acompaña en cada lágrima.
Cuando inventas conversaciones
con tu pequeña niña,
que en casa continúa esperando
a que regreses (a que regreses).
Matilde Landa, republicana,
no pudieron colgar de tu pecho
ni crucifijos ni sotanas.
Matilde Landa, republicana,
no pudieron colgar de tu pecho
señales amargas.
Matilde Landa, republicana,
nos espera en el aire tu abrazo,
eres lluvia enterrada.
Matilde Landa, republicana,
ni las celdas sintieron el vértigo
de tu salto mortal (de tu salto mortal, de tu salto mortal).
otra barriquera hasta la muerte!!!!!
ResponderEliminarPreciosa la canción del drogas!!! gracias a el grupo de BARRICADA,la tierra deja de estár sorda!!!! y muy bonita la carta de Matilde Landa a su niña!!! vaya nudo en la garganta se me ha puesto!!!
Gracias a los dos anónimos (¿o al anónimo?)
ResponderEliminarConocemos y gustamos del disco de Barricada, al que dedicamos una entrada poco después de publicarse.