La leyenda del hada Melusina es una de las más curiosas y extravagantes que nos ha regalado la Edad Media. Popularizada por Jean D’Arras en el siglo XIV y magistralmente recreada por Manuel Mujica Láinez en su novela El Unicornio, podemos encontrar un buen artículo sobre ella en la Wikipedia y algunos otros si buscamos un poco por Internet, lo cual me exime de hacer algo parecido, pues mi intención no es otra que desempolvar una pareja de poemas sobre el asunto perpetrados al calor del verano.
De entre los numerosos y llamativos detalles de la leyenda, como la poco agraciada prole de la pareja, atrajo mi atención la escena del baño, clímax de la historia. Lo curioso del asunto es que, sin pensarlo demasiado, salieron de mi errático estro dos lamentos que pueden entenderse como un humorístico reflejo de la batalla de los sexos o, si se prefiere, como una de esas canciones en las que los Pimpinella se tiran los trastos a la cabeza. Y, ya que de canciones hablo, podrán encontrar los que leyeren un eco de una de Dinarama en el primer poema.
El lamento de Melusina
¿Cómo pudiste, Raimondín,
Hacerme esto a mí?
Rompiste tu promesa
Llevado de los celos.
Mi cola escamosa en la artesa
Viste, desnuda yo de velos.
Condenada estoy a vagar
Ahora por los aires y a lanzar
Mis horrísonos gritos
Cuando mueran nuestros hijitos.
¿Cómo pudiste, Raimondín,
Hacerme esto a mí?
¿No te bastaba mi belleza?
¿No fue suficiente el amor?
¿No aumenté tu riqueza
Y te traté como a un señor?
Olvidaste lo prometido
Allá en La Fuente de la Sed,
Cuando fuiste mi marido
Y yo caí en tu red.
¿Cómo pudiste, Raimondín,
Hacerme esto a mí?
El lamento de Raimondín
¿No podrás perdonarme, Melusina?
No fui yo, fue mi hermano
Quien desató el caballo de los celos
Esa aciaga noche de sábado.
Perdona, hija de Presina,
Al ingrato esposo que osó
Mirar tu cola de sirena
Que nadaba en sales de olor.
¿Qué haré yo sin ti, hada mía?
Vastos son nuestros feudos,
Grima da su negocio.
Piensa en nuestros retoños tiernos.
Volvamos a la fuente, Melusina,
En que amor nos juramos.
Si tú eres hada, yo soy conde:
Juntemos de nuevo los labios.
¿Sólo en los barcos? Engañado me han...
ResponderEliminarY cierto, parece una canción de Pimpinela... Pero con más gusto...