La Europeana y el 20-N

Para reír o para llorar. Después de anunciado a bombo y platillo el lanzamiento de Europeana, el ambicioso proyecto de biblioteca digital apadrinado y sufragado por la Unión Europea, la página en que se aloja tuvo que cerrar a las pocas horas de inaugurarse y no volverá a abrir sus puertas virtuales hasta mediados de diciembre.

La culpa no es achacable a los internautas (véase el torpe titular de El País), sino a una inaudita e inaceptable falta de previsión de los responsables. ¿Qué esperaban? ¿No conocen la insaciable curiosidad de los navegantes de la red? Nadie que esté interesado un poco en la cultura podría hacer ascos o caso omiso de un caramelo tan apetecible: dos millones de archivos.

No quiero pensar en el dinero que se ha invertido (se habla, por ejemplo, de unos 120 millones de euros destinados, dentro del proyecto, “a ayudar a los países a cumplir con sus objetivos de digitalización de contenidos para los próximos dos años”) porque el demasiado enojo puede trastornarme la bilis. Tampoco, en las inexplicables restricciones que tan bien resume El futuro del libro.

Y si me diera, me diese o me diere por comentar la exigua aportación española... Mucha cumbre del G-20, pero es mejor, según parece, buscar dónde poner los chapines recién lustrados que pensar en la desidia o anemia cultural y educativa de nuestros gobiernos.

Estaba por promover un movimiento de objeción fiscal en tanto la comisaria Viviane Reding y su equipo no dimitan, pero he caído en la cuenta de una fecha: el portal de Europeana comenzó a funcionar ayer, el 20-N. Es que hay días aciagos e infaustos, y es evidente que esto lo ignoraba la señora Reding, por mucho que el señor Zapatero, para estar satisfecho de olvidar, se haya olvidado hasta de su abuelo.

Para llorar o para reír.

PS: Acabo, como quien dice, de terminar la entrada y me encuentro con un brillante subtítulo y una impagable entradilla del boletín oficial. Hiede tan manida vocación europeísta. Se puede ser europeo sin melindres o escrúpulos de reconocer los errores. Sin embargo, cuando de fiascos se trata, parece que la consigna de PRISA es cambiar las mantas por cortinas de humo. Juro solemnemente que nunca volveré a pasar hambre... Perdón, quería decir que, a la menor ocasión, me colgaré de los pelos para tirarle huevos a este panfleto pseudoprogre.