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29 de septiembre de 2014

En los árboles

Decididos a apuntalar
Las hendiduras
A poner emplastos y ungüentos
Sobre las llagas que supuran
En la corteza
Vieron llover en la verdura
Las ramas desgajadas
La cruel púrpura
De las mutilaciones

Y no se quedaron las aves
En la espesura
A cantar ni a colgar sus nidos
De miel y pluma
Se fueron volando soñando
Con lunas cunas
De savias invisibles



4 comentarios:

  1. Tengo una teoría: juntas palabras al azar para ver qué escribe la gente en sus comentarios tras tratar de darles significado. Vale. Reconozco que soy de ciencias y no entiendo ni papa, pero me gusta crear teorías conspiparanoicas judeomasónicas que generen una carcajada o, al menos, una sonrisa. La tontuna se lleva dentro y no hay quien la esconda. ¡Un abrazo!

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    1. Ji, ji, ji.

      En parte tienes razón. Me gusta que la poesía tenga cierto espesor material, cierta gracia de sonido, si no me aburro. Por otro lado, aunque no trataba de escribir un poema dadaísta, el azar tiene su puntillo. Esto no implica necesariamente que, con el azar, se consiga un buen poema.

      Finalmente, si algo de lo qué escribo obliga a pensar a quien lo lea, ya es algo.

      Un abrazo, mija, tardío.

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  2. ¡Hummm, Eeeh....! Yo tampoco me entero, ¡glup! Me pasa lo que a Kir, vecino. Belleza formal, comos iempre, pero se me escapa el significado, que, conociéndote, seguro que lo tiene.

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    1. Vecino: de la belleza formal ya digo que me resulta muchas veces indispensable. En cuanto al sentido, que hay que dejar al lector, opino que pueden y deben realizarse dos lecturas: una más literal, de carácter, digamos, ecológico; otra, de tipo simbólico, que depende de la tradicional identificación de los árboles con los seres humanos.

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