Páginas

16 de septiembre de 2014

Como el castor

Como la bestia que se mutila para evitar un peligro más grande, como el castor, pero más noble, pues se hallaba entre los elegidos, así perdió la mano derecha, la mano firmante de los desahucios y de otras medidas necesarias para la estabilidad, el progreso y el bien común. Más noble, además, por el mismo carácter del miembro perdido, instrumento de la razón y no de los bajos instintos, como los testículos de los cuales se deshace el roedor, aunque él los tuviera notablemente bien puestos.

Sin duda, decía a los hagiógrafos, que nunca le faltaban entre la chusma periodística a la que, en cierta medida, contribuía a alimentar, pecó de un exceso de confianza en sí mismo y en la bondad del género humano; adoleció, en fin, de un comprensible desprecio de la capacidad de algunos degenerados y, sobre todo, de la extensión o intensidad de su odio ciego y absurdo. Y señalaba, orgulloso, la urna desde la cual la mano momificada parecía aún irradiar todo su poder.

Lo que no sabían esos terroristas energúmenos era no solo que el percance no lo iba a apartar de sus obligaciones, a las cuales, por otra parte, se dedicaba por derecho, sino que era ambidextro. De esta manera, bastaba un ligero entrenamiento que permitiría ampliar las funciones de la mano siniestra, la de los untos, la sostenedora de puros, la trazadora, en fin, del precioso borrador de sus memorias.

Había más, por supuesto; pero no lo contó a sus turiferarios. En el caso, no improbable ni, tampoco, imposible, de que, dado el estado de las cosas, la sinrazón y la falta de escarmiento empujaran a los radicales descerebrados a repetir la ignominiosa hazaña, no lo encontrarían desprevenido, ya que, dejando a un lado el incremento de los servicios de seguridad, estaba adiestrándose para escribir con la boca y con los pies y no le faltaban, gracias a Dios y a su potencia genésica, hijos que lo sucedieran.




2 comentarios:

  1. No estoy muy seguro por dónde vas, pero si acierto en mis suposiciones ten por seguro que aquí no se va a automutilar nadie. Mera palabrería. Como siempre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Literalmente, desde luego que no.

      Tengo que decir que el relato es como una parábola. Creo que el símil del castor no oculta su traza hiperbólica: el personaje mutilado por los que llama "degenerados", "terroristas energúmenos" y "radicales descerebrados" se apunta el tanto y lo presenta como automutilación.

      En cualquier caso, la literatura tiene sus propios fueros, así como el lector los suyos.

      Eliminar

Piénselo bien antes de escribir