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28 de agosto de 2014

Mirando al mar

Mirando al mar de Liguria desde el lungomare del Corso Italia no se ven los cadáveres de los naufragios en el Mediterráneo, sino unos kilómetros de litoral privatizado para mayor tranquilidad de la burguesía genovesa. El lugar, limpio, abierto, ofrece el don de un agradable paseo oreado por la brisa que contrasta, por escoger dos ejemplos, con el suntuoso decorado de la Via Garibaldi o el caótico laberinto de calles que dan al Porto Antico.


Piazza De Ferrari
Mirando al mar desde una terraza en Punta Vagno pienso que Génova también mira al mar. Forjada por mercaderes y prestamistas, se entiende que, a diferencia de Milán, el espacio central de la Piazza De Ferrari no se conforme alrededor de la catedral y que esta, no muy diferente por volumen de otras iglesias, se halle un poco como a trasmano, al costado de la Via San Lorenzo, homónima del templo.

Muy cerca del faro de Punta Vagno está el barrio de la Foce, de donde salió, dicen, parte de la Expedición de los Mil de Garibaldi. Saboreando un pigato que me recuerda los caldos del Rosal, pienso en la frecuencia con que nombres como los de Garibaldi, Mazzini, Cavour, Mateotti o, incluso, “pueblo” llenan o pueblan los callejeros de Italia. Si doy una vuelta por el barrio en que vivo y camino un poco hacia el sur, encuentro en las placas nombres como los de Muñoz Grandes, Millán Astray o Joaquín Fanjul. Entonces, vuelvo a recordar la placa dedicada a Francisco Ferrer i Guardia en Perugia y el paseo por el Corso Antonio Gramsci en Pistoia, dos años atrás, después del susto de la explosión en aquella obra.

Bandera de Arditi dil Popolo (Resistencia italiana)

Mirando las aguas del lago de Como, entre el trasiego de los turistas, tampoco me llegaban las imágenes de Lampedusa, ese bucle de oprobio. Tampoco pensaba en que tenemos nuestra propia Lampedusa con concertinas de quita y pon, de cambiarlo todo para que nada cambie, y pelotas de goma que buscan el arrimo de las olas. Me pareció que tenía gracia que, en ese espacio tan cool en que la vida, o determinada vida, está salvo, hubiera espacio para un monumento a la Resistencia. Resistencia...



Créditos de las imgénes, respectivamente:

5 comentarios:

  1. Nombres y nombres que se quedan en eso, que han perdido toda identidad en una Italia que se fija más en el peluco y el polo de cuellos alzados. Porca miseria. Aquí pasa igual, aunque los nombres de las calles sean más vergonzantes. Pero aquí, aunque pocos sepan ya quién fue Muñoz Grandes, lo cierto es que sus esencias quedan en un "popolo" que quizá no se suba tanto el polo porque su gañanía es más de escape libre y aclamación del héroe de Telecinco.

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    1. Claro. Mas a mayor vergüenza, mayor pecado.

      Lo del cuello de polo alzado se veía mucho en Milán, por cierto.

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    2. Lo del cuello del polo alzado es el deporte nacional de los italianos. Da grima.
      (Por cierto, tu blog me hace algunas pirulas cuando intento meter comentarios)

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    3. ¿Pirulas? Miraré, aunque todo parece estar en orden.

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  2. Creo que es un problema de tiempos: primero debo loguearme en Google, después escribir el comentario y después salvar. Si entro a escribir directamente y le doy a publicar, se pierde el texto. Incluso si estoy logueado y le doy a vista previa tras escribir el texto, se pierde. hay paso erróneo por algún lado. Inténtalo tú como ajeno

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