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26 de septiembre de 2013

"19:30", de Patxi Amezcua, en televisión


A quien no tiene costumbre de ver televisión el azar le depara, a veces a destiempo, sorpresas gratas cuando se acerca a productos del medio. La tirada de dados viene, en la ocasión de la que voy a hablar, de la mano de una búsqueda de materiales o recursos audiovisuales adecuados para trabajar en un grupo de Taller de Teatro como el que me ha tocado en suerte conducir este curso escolar, que recién empieza a dar sus primeros pasos.

La pantalla del ordenador me pone ante una serie de programas encuadrados por la página web de RTVE bajo el marbete del mítico, como suele decirse de un tiempo a esta parte, y guadianesco Estudio 1, aunque no todos fueran pensados para este espacio. Entre los programas se encuentra el último emitido (en diciembre de 2012), 19:30, adaptación de la obra de Patxi Amezcua estrenada en el Teatro Arriaga de Bilbao el año 2010. Digo adaptación, a pesar de no conocer el texto de la pieza, porque los movimientos de cámara, por mencionar un aspecto especialmente relevante, pueden ayudar la lectura audiovisual y, de hecho, convierten el texto en una película o, mejor, un telefilme, pero desvirtúan un tanto el marco teatral para el que fue creado. En fin, después de leer los títulos de crédito, me digo que 19:30  no es una obra que pueda captar la atención de unos alumnos de catorce años. Quizás sí, pienso entonces, la de la pequeña familia de lectores de este blog, 

19:30 pretende, en apariencia, dar una visión objetiva de la actividad política en la España de hoy en una situación concreta y límite: un caso de financiación ilegal del partido en el poder. Imbricado con el conflicto principal se presenta el maridaje entre partidos políticos y medios de comunicación. En este sentido, es un acierto que la mayor parte de la acción transcurra en las oficinas de prensa o comunicación del partido implicado. A la apariencia de objetividad contribuyen la elección de, digamos, un protagonista coral o colectivo, aunque algunos de los personajes tengan más peso, el ajuste, casi milimétrico, de las tres unidades, si exceptuamos, otro acierto, la de lugar y el innecesario epílogo, con todos mis respetos por la solvencia de la actriz que encarna el papel de la reportera y el excelente trabajo de Adolfo Fernández en el papel de portavoz del grupo parlamentario en el poder, y, finalmente, el hecho de presentar a los personajes en su salsa sin olvidar, por tópico que parezca, que los políticos y sus subalternos o ayudantes son seres humanos, aunque esto se subraya, me parece, en exceso: Rojo, el Secretario General, absorbido por el conflicto, pero, también, por la erótica del poder, reconoce que no atiende debidamente a su mujer; Méndez, el portavoz parlamentario, se siente, en el ámbito personal, acabado por sus dos divorcios; Razquin, el cínico y trepador jefe de prensa de Méndez, ha tenido que dormir otra vez fuera de casa por su no reconocida ludopatía...

Al subrayado se añade lo que podemos llamar, con todos mis respetos otra vez,  “la cuota”: Urquijo, brazo derecho del portavoz, anuncia que va a casarse con otra mujer; Serra, secretario o ayudante de la íntegra e idealista Urquijo, es un gay del que se da a entender que ha podido sustraerse a la vida loca a la que le abocaban sus fracasos amorosos. Nada que objetar si pensamos, en principio, que la vida es así, pero el conjunto, omitiendo o haciendo salvedad del enfoque o del género, recuerda un poco a algunas comedias de situación que se han podido o se pueden ver en la caja tonta. Dejo a los amables lectores que consideren si no dar nombre a los partidos es coherente o eficaz en el contexto analizado o descrito (se me ocurre, por ejemplo, que la fecha del estreno y la de la emisión televisiva tienen más relevancia de la que parece).

En el haber de la adaptación de 19:30 hay que contar, por un lado, el ritmo con que se desarrolla la trama y, por otro, el pulcro trabajo de los actores en general, aunque yo destacaría, aparte de lo ya escrito y más allá de la fama o el arrastre televisivo de alguno de ellos, la labor de Pedro Casablanc (Rojo), Ángel Solo (Basterra) y Rafael Martín (Linares, deus ex machina que se convierte en una víctima más del engranaje). El lenguaje realista, a veces bronco o, como dice Rojo, "coloquial", se compensa con el simbolismo un tanto impostado, como para recordarnos que, aunque la obra puede ser un reflejo de la realidad, no se puede olvidar que es, también, literatura: la erupción del Vesubio que obsesiona a Linares, las torres (al final es una) que se tienen que sacrificar por el rey, la bomba de Hiroshima, pues las habituales cortinas de humo no bastan.

No pretendo diseccionar toda la obra (ahora me imagino, ay, a mis alumnos en una situación hipotética: “Profe: no nos cuentes el final”), pero no puedo omitir que, en 19:30, subyacen, revolotean o planean, por lo menos, dos ideas muy en boga. La primera: todos los políticos son iguales. La segunda, desde el punto de vista de los políticos: los ideales, las promesas, son una cosa; la realidad, que justifica a veces la ilegalidad de las acciones, otra. 

Invito a los lectores a que hagan su propia composición de lugar, pues RTVE facilita y anima, ay, a incrustar o embeber el programa. Ya dirán los lectores qué les parece.



Por si la bruja Avería interfiere en la conexión, enlazo aquí la página correspondiente de RTVE. Disfruten.

6 comentarios:

  1. Pues voy para allá...
    Saludos y perdón por las ausencias, pero ando muuuy liado.

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    1. No hay nada que perdonar, Juanjo. La vida es lo que es, aunque a veces no sepamos qué.

      Es una producción interesante, pese a algún palo que le he dado.

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  2. Gracias por el descubrimiento. No tenía ni idea. Intentaré ver la obra esta semana que viene.

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    1. De nada.

      Si te animas, verás que RTVE cuelga también el Urtain de Animalario y Alesio, una divertida comedia de Ignacio García May.

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  3. Pues yo lo lamento pero este tipo de películas no me gustan demasiado pero he visto el trailer que nos has dejado y no tiene mala pinta, al contrario...
    Besazo Juan Carlos TQM,

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    1. Ay, Rosa: no es un tráiler, sino la adaptación que comento.

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