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7 de octubre de 2012

Doctores tiene la Iglesia y, peinetas, Cospedal


Parece muy propio de un estado aconfesional que el Gobierno envíe una delegación a Roma con motivo de la proclamación de Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia. Quizá sea por seguir al santo, según los delegados entienden la letra, cuando escribía “cómo hemos de olvidar a nuestro pueblo”, sobre todo si no pertenece a la mayoría silenciosa y anda, en el mismo momento del fasto, manifestándose por las calles.

En Roma, le ha resultado muy cómodo a María Dolores de Cospedal destacar en Juan de Ávila la “educación en los valores”. Es posible que se refiriera a los valores del velo y de la peineta, pues dudo de que conozca otra cosa de la obra del santo doctor que las notas redactadas para la ocasión por algún asesor bien pagado.

Hace unos días Cospedal tachaba de golpista a esa parte, no silenciosa, del pueblo que participó en el 25-S. Se puede, desde luego, dudar de las intenciones de algunos de los convocantes, pero resulta hipócrita hacerlo apelando a “la voluntad popular”, salvo que se entienda por esta la del partido al que pertenece. Más le valiera leer, de vez en cuando, las palabras de aquel a quien acaba de celebrar. Por ejemplo:

“La Escritura dice: De ti mismo entiende las cosas que son de tu prójimo. Y haga con su prójimo lo que quiere que se haga con él; porque de otra manera, ¿qué cosa puede ser más abominable que querer misericordia en sus yerros y venganza en los ajenos? (...). La Escritura dice: Tener peso y peso, medida y medida, abominable es delante de Dios, para dar a entender que quien tiene una medida grande para recibir, y otra pequeña para dar, que es desagradable delante los ojos de Dios. Y su pena será que, pues él no mide a su prójimo con la misericordia que quiere que midan a él, que le mida Dios a él con la crueldad y estrecha medida con que él mide a su prójimo. Porque escrito está: con la medida que midiéredes, seréis medidos. Y juicio sin misericordia será hecho a quien no hiciere misericordia”.

11 comentarios:

  1. ¡Qué bueno! ¿No habrá manera de hacerle a la Cospedal entrega de lo escrito?. ¡Por Dios, si en el pecado lleva la penitencia escrita con tal arte que merece la pena que la lea, no una, sino mil veces!.

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    1. Muchas gracias.

      Sobre la propuesta, se podría intentar, claro. Mas, qué quieres que te diga: bastante a gusto estoy en este rinconcito. Es como una mesa camilla en que unos cuantos asistentes fieles comparten un té, más o menos fuerte según el día. Unos callan mientras sorben o degustan; otros se atreven a decir que les gusta, que le falta azúcar o que el agua ha hervido en exceso.

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  2. Soy feliz de sentarme alrededor de esa mesa camilla tan acogedora. Disfrutando del té y compartiendo música y literatura. Gracias por hacerme sentir una más entre todos vosotros.

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  3. Pues para mí que esa señora, por mucha mantilla y peineta que vista y por muchas misas que oiga, ¡oiga, irá al infierno! (Mándáselo por correo al PP)

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    1. Si es que el infierno existe en otra parte.

      No me tientes...

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  4. Acabo de inventar la palabra dobleacentuada en castellano

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    1. Ji,ji,ji.

      Lamento decirte que la doble acentuación, aunque parezca raro, existe.

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  5. Con dos tildes, no. Al menos en castellano. Bueno, ahora sí: "Mándáselo"

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    1. Las compuestas con guión conservan la tilde si la tuvieren: físico-químico.

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    2. Tienes razón, vecino, y no seré yo quien dispute con un profe, pero más académico sería escribir fisicoquímico.

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