Otro pacto de sangre

Como el viejo filibustero
Que se oculta de sus compinches
En sombrías posadas
De la Rochelle a Saint-Malo,
Arrastra vencido la carga
De los años, masculla
Esotéricos juramentos,
Melodías portuarias.

Los restos del postrer botín
Reunidos en dos bolsas
Que engullen sus pertrechos
Como él la tartera de pasta.

Qué lejos los festines
De antaño; pero aún conserva
La emoción de mirar las mozas
Como un ave de presa,
De embaucar a los niños
O de suspender al viajero
Con las atrocidades
De Surcouf o de Flint.

Qué no diera por otro pacto
De sangre con la vida
Y volver a ser joven,
Guapo, franco, feliz...

• Tiempo de reflexión. Y tiempo de quitar telarañas en esta página, aunque para ello rescate un viejo poema. Tengo una excusa o, mejor, un pretexto: Markos me ha hecho recordar este poema con su artículo "Los piratas. Visionarios incomprendidos". Como otros de sus inteligentes y acibarados textos, el artículo, a la vez que invita a la reflexión, consigue, por lo menos a mí, poner una sonrisa de oreja a oreja y esto es impagable. Recibe pues, Markos, mi agradecimiento y disculpa, sobre todo, que ponga esta rara dedicatoria al final.