“A Emilio le gustan el golf, la caza y la pesca” dice la ficha que Forbes dedicaba al presidente del Santander el año pasado. Algo parecido se puede leer en la versión inglesa de la Wikipedia. Vaya, pienso: como a Franco.
En 1969, Francisco Franco declaraba a Hacienda, como jefe de gobierno, unos ingresos de poco más de 2 millones de pesetas. Emilio Botín era, por entonces, director general del Banco Santander, el banco de papá. Declaró en 1969 unos ingresos de 8.785.000 de pesetas. Tengamos en cuenta que, en aquella época tan lejana del “autoritarismo” franquista, las cosas de Hacienda estaban en pañales: piénsese, por ejemplo, en que no se computaban como renta los incrementos de patrimonio no justificados. Para hacerse una idea de esto, sin salir de la familia Botín, basta echar un vistazo a las cuentas, las más o menos conocidas, de don Marcelino, el tío del angelito. Marcelino Botín declaró en 1969 unos ingresos de 19 millones de pesetas (19.065.000, para ser exactos). Marcelino Botín creó en 1964 la actual Fundación Botín, con un capital de 10 millones de pesetas. Este capital se elevaba, cinco años después, a 60 millones de pesetas. Marcelino Botín falleció en 1971. Según parece, su fortuna ascendía al morir a 1.000 millones de pesetas. En cualquier caso, en la página de la Fundación Botín se asegura que dejó a ésta 500 millones de pesetas. Hagan cuentas (*).
Siguiendo con las cuentas, Emilio Botín ganó en el Santander 3,8 millones de euros en 2010: unos 632 millones de pesetas. Como a Franco, a Botín no parece importarle que sus subalternos ganen, aparentemente, bastante más que él, como sucede con Alfredo Sáenz, consejero delegado del Santander, inhabilitado durante tres meses por el Tribunal Supremo para ejercer funciones en la banca; pero ahí seguía el otro día el tío, por mor de los vericuetos judiciales que tan ejemplarizantes son con los ricos.
Sin embargo, Sáenz no figura entre los muchimillonarios de Forbes; mientras que Emilio Botín, sí. Este año, Forbes atribuye a Botín una fortuna de 1.500 millones de dólares, es decir, unos 1.040 millones de euros. Aunque Botín no sea Amancio Ortega, quizá por lo dicho fue el ejecutivo más admirado de España en 2010. Si observamos la progresión patrimonial y de rentas de nuestro héroe desde 1969 hasta hoy, más de uno se puede preguntar cómo se lo ha montado. Emilio quizá pueda pensar, como devoto de la Virgen, que ha recibido mercedes del cielo como premio a sus esfuerzos. Pero cabe preguntarse si Botín es rico o camello para pasar por el ojo de una aguja.
Que las prácticas del Banco Santander no son, diciéndolo suavemente, elegantes, lo pueden corroborar los afectados de Banif, los devaneos del banco con Madoff y Lehman, los tejemanejes aquí, acá, allá y acullá, sin olvidar el caso, que no es único, de José Luis Burgos. Por otra parte, no hacía falta que Público llamara el otro día la atención sobre la presencia del Santander en paraísos fiscales. Hasta hace poco, Suiza entraba en el marbete o, si lo prefieren, en el saco. Las relaciones, llamémoslo así, de los Botín con Suiza no son de ahora, aunque a nuestro héroe, a su hermano y a su parentela se les haya olvidado durante unos años: total, quién se acuerda de las cosas de papá, de las cosas del abuelo. Un ciudadano de pro ocupadísimo cumple con regularizar su situación con el fisco, pues de trances parecidos o peores ha salido airoso. Es cuestión de genes, amigo Sancho.
En 1969, Francisco Franco declaraba a Hacienda, como jefe de gobierno, unos ingresos de poco más de 2 millones de pesetas. Emilio Botín era, por entonces, director general del Banco Santander, el banco de papá. Declaró en 1969 unos ingresos de 8.785.000 de pesetas. Tengamos en cuenta que, en aquella época tan lejana del “autoritarismo” franquista, las cosas de Hacienda estaban en pañales: piénsese, por ejemplo, en que no se computaban como renta los incrementos de patrimonio no justificados. Para hacerse una idea de esto, sin salir de la familia Botín, basta echar un vistazo a las cuentas, las más o menos conocidas, de don Marcelino, el tío del angelito. Marcelino Botín declaró en 1969 unos ingresos de 19 millones de pesetas (19.065.000, para ser exactos). Marcelino Botín creó en 1964 la actual Fundación Botín, con un capital de 10 millones de pesetas. Este capital se elevaba, cinco años después, a 60 millones de pesetas. Marcelino Botín falleció en 1971. Según parece, su fortuna ascendía al morir a 1.000 millones de pesetas. En cualquier caso, en la página de la Fundación Botín se asegura que dejó a ésta 500 millones de pesetas. Hagan cuentas (*).
Siguiendo con las cuentas, Emilio Botín ganó en el Santander 3,8 millones de euros en 2010: unos 632 millones de pesetas. Como a Franco, a Botín no parece importarle que sus subalternos ganen, aparentemente, bastante más que él, como sucede con Alfredo Sáenz, consejero delegado del Santander, inhabilitado durante tres meses por el Tribunal Supremo para ejercer funciones en la banca; pero ahí seguía el otro día el tío, por mor de los vericuetos judiciales que tan ejemplarizantes son con los ricos.
Sin embargo, Sáenz no figura entre los muchimillonarios de Forbes; mientras que Emilio Botín, sí. Este año, Forbes atribuye a Botín una fortuna de 1.500 millones de dólares, es decir, unos 1.040 millones de euros. Aunque Botín no sea Amancio Ortega, quizá por lo dicho fue el ejecutivo más admirado de España en 2010. Si observamos la progresión patrimonial y de rentas de nuestro héroe desde 1969 hasta hoy, más de uno se puede preguntar cómo se lo ha montado. Emilio quizá pueda pensar, como devoto de la Virgen, que ha recibido mercedes del cielo como premio a sus esfuerzos. Pero cabe preguntarse si Botín es rico o camello para pasar por el ojo de una aguja.
Que las prácticas del Banco Santander no son, diciéndolo suavemente, elegantes, lo pueden corroborar los afectados de Banif, los devaneos del banco con Madoff y Lehman, los tejemanejes aquí, acá, allá y acullá, sin olvidar el caso, que no es único, de José Luis Burgos. Por otra parte, no hacía falta que Público llamara el otro día la atención sobre la presencia del Santander en paraísos fiscales. Hasta hace poco, Suiza entraba en el marbete o, si lo prefieren, en el saco. Las relaciones, llamémoslo así, de los Botín con Suiza no son de ahora, aunque a nuestro héroe, a su hermano y a su parentela se les haya olvidado durante unos años: total, quién se acuerda de las cosas de papá, de las cosas del abuelo. Un ciudadano de pro ocupadísimo cumple con regularizar su situación con el fisco, pues de trances parecidos o peores ha salido airoso. Es cuestión de genes, amigo Sancho.
(*) Exceptuando la última cifra, tomo los datos de “La política fiscal en España”, en Horizonte español 1972. Tomo 3, suplemento de Cuadernos de Ruedo Ibérico, 1972, págs. 115-184.
Es que la cosa debe ir con el apellido. Y ahora los que tienen la muerte en los talones nos escenifican una denuncia por evasión fiscal para hacernos creer que también meten mano a los ricos. Para apedrearlos.
ResponderEliminarUna buena retahila de las mangonadas del capo del Santander.
ResponderEliminarMe parece que estos piratas no tienen intención alguna de enterrar el botín, porque sería complicado seguir incrementándolo con nuestro dinero...
Salu2
Jejeje, de casta le viene al galgo. O a la hiena, según se mire. Pero está bien que la gente de a pie se vaya enterando de cómo se llega a donde se llega y a costa de quién. Hay que empezar a identificar al enemigo con nombres y apellidos.
ResponderEliminarY tanto, Francisco. Buena parte de las 100 familias de las que hablaba Cuadernos de Ruedo Ibérico en 1966 siguen cortando el bacalao. Lo de la denuncia, efectivamente, es demagogia; pero no oculta el hecho de que los Botín se han visto obligados a aportar 200 millone de euros para "regularizar" su situción. Y no olvidemos que se habla de bastantes casos en el asunto del HSBC.
ResponderEliminarEstos piratas, Markos, son sólo una muestra, bien que escandalosa, de cómo funcionan las cosas en España y, en general, en Occidente. Ahí están, yo qué sé, Amancio Ortega o Abelló, por citar sólo dos ejemplosm más.
Estoy de acuerdo, Dezaragoza, pero me temo que la gente de pie esté más interesada en otros asuntos.