Le habían hecho creer que la política era cosa de especialistas, profesionales o banderías. Él no entendía de eso, no gustaba de eso, no le importaba eso.
Sólo quería ser feliz y vivir la vida, sin preguntarse por qué caminos, de qué extraña o misteriosa manera necesitaba o creía necesitar lo que banderías, profesionales y especialistas decían que necesitaba.
Se llamaba Lelo.
Sólo quería ser feliz y vivir la vida, sin preguntarse por qué caminos, de qué extraña o misteriosa manera necesitaba o creía necesitar lo que banderías, profesionales y especialistas decían que necesitaba.
Se llamaba Lelo.
The Smiler (1907, Zonophone Concert Band) (Percy Wenrich) / CC BY-NC-SA 3.0
Mucha ironía impresa en estas palabras, con un final sorprendente. Ciertamente los políticos y sus secuaces nos venden cosas que no necesitamos.
ResponderEliminarAbrazo
Jose Jaime: desde mi punto de vista, el final no es tan sorprendente, aunque he de decir que he escrito el texto pensando en él y espero que haya funcionado. Es algo que opino en voz alta cuando oigo: "Soy apolítico". Y pongo el siguiente ejemplo (como he hecho hoy con mis alumnos de Bachillerato, sin ir más lejos): desde que te levantas por la mañana y decides cerrar el grifo mientras te cepillas los dientes, estás tomando decisiones que afectan positiva o negativamente a la sociedad en la que vives. Eso es política, no sólo la de los partidos y las urnas.
ResponderEliminarQuerido vecino, qué prolífico estás. Me pierdo un fin de semana y y cuando regreso has metido cinco o seis post a cual más agudo e ingenioso. Cómo se te nota la campaña (o contracampaña) electoral.
ResponderEliminarLo cierto es que hacemos política sin darnos cuenta con los actos más nimios de la vida. Desde comprar el pan o domiciliar la nómina (el que la tenga) todo son pequeños actos políticos. Muchos de ellos -la mayoría diría yo- son inevitables. Otros no. Quizá las nuevas forma de protesta (sin dejar de lado las viejas, como la del domingo)pasan por fijarnos más en esas pequeñas cosas. Una gota de agua no hace charco pero muchas gotas, juntas y balanceándose al unísino, pueden anegar lo que se propongan.
Gracias, vecino. Fruto, más bien, de cierto estrés social: no me gusta un pelo lo que veo. Como, de un tiempo a esta parte, tiro a lo breve, el resultado a veces se multiplica. Si añadimos que con los dibujitos me lo paso pipa...
ResponderEliminarEn cuanto a la gota de la que hablas, veremos. Es cierto que vi con alguna esperanza que hubiera mucha gente joven ayer en Madrid.
Y ya no sabía qué pensar de lo que decía Aristóteles.El dilema se le planteó crudamente:a quién debía creer?La confianza que siempre le mereció el griego parecía que se desvanecía sin poder asirse a ninguna idea en las que tanto había creído
ResponderEliminar¡Vano desconsuelo!
No es mala glosa o continuación o como quieras llamarlo, Felipe. Mas ¿crees que un "apolítico" de estos sepa qué dijo Aristóteles?
ResponderEliminarVeo mucho más talento en la contracampaña que en la campaña.
ResponderEliminarLa única forma de que la campaña rezumara agudeza es que la hicieras tú, pero claro, es una paradoja :-D
Salu2
Gracias, Markos.
ResponderEliminarNo creo que estuvieran dispuestos a contratarme, auque, quizá, estuvieran, en otras circunstancias, dispuestos a comprarme. Me vería obligado a decir, como dicen que dijo Groucho: "Jamás aceptaría pertenecer a un club que admitiera como miembro a alguien como yo."