Puedo oír el eco perdido
del llanto que se niega.
E imagino, tras las arrugas,
bajo la ceniza del pelo,
un rostro que se va borrando.
No llegará a alcanzarte
la voz que se quiebra.
Un latido de nada
golpea en el vacío
que habita ya tu pecho.
Estas manos no encuentran
más ojos que mis ojos secos
mordiendo el hueco tibio,
un latido de nada,
que habría llorado por mí.
Ley de vida, imagino,
dice tu boca inexistente.
El azogue dibuja
un trazo de dolor en las arrugas,
bajo el pelo en cenizas.
Bonito poema, me gusta.
ResponderEliminarAbrazo
Desgarradora despedida. Y al mismo tiempo bellas letras.
ResponderEliminarSalu2
Bonito y triste poema. Espero que no responda a una desgracia reciente
ResponderEliminarGracias, señores.
ResponderEliminarFrancisco: lamento frustrar tu esperanza o tu deseo. Mañana hará una semana de la muerte de una de mis tías.