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30 de enero de 2011

Memoria de ciborg

El director le había prometido, hacía ya tres años, que le dejaría retirarse. Cuando oyó que la empresa necesitaba aún de sus servicios, no se puso rojo de ira porque el programa de reeducación no se lo permitía a sus neuronas, ni tenía tampoco un rostro cuya piel pudiera arrebolarse.

Sin embargo, algo empezó a no funcionar bien en su memoria. Mientras la voz del director daba explicaciones y desgranaba argumentos, se vio en medio del fuego y, luego, volvió a ver en la mesa del hospital el brazo y las piernas que le habían amputado.

El director le estrechó la mano para despedirse. Vio cómo se daba vuelta para tomar asiento. Aunque darle una patada a un culo de látex, titanio y circuitos diversos no era igual que golpear en plena carne, la que propinó o plantó en el trasero del director fue memorable.


10 comentarios:

  1. Tremendo, pero parece que posible, sino, tiempo al tiempo.

    Saludos, amigo.

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  2. El tiempo que antes parecía nuestro aliado se descubre como un Judas que nos besa traicioneramente.
    ________________________

    Respecto al comentario que has dejado sobre el poema de Julio Huasi,él escribía, a propósito,sin mayúsculas y sin reglas gramaticales

    ver ésto

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  3. Tengo yo que revisarme los circuitos de la espalda, que anda renqueante ultimamente...

    Hay patadas que asustan menos que algunos futuros.

    Carpe Diem

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  4. Fíjate... y yo tan orgulloso de serlo...http://cuatrogrados.es/braseando/?p=205

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  5. Creo que reprogramándonos conseguirán que aceptemos sus nuevas normas. Lo dicho: cubrirse bien y soltar el crochet cuando menos se lo esperen.

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  6. Corrección: quería decir "Ni reprogramándonos..."

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  7. Juanjo: si se le quita la cáscara literaria al asunto, la cosa es más que posible. Sabemos, por ejemplo, que se ha estado experimentando con chips subcutáneos para sustituir las tarjetas de crédito. Nuestro cerebro no está conectado directamente a un circuito, pero piensa en cuántas horas pasa mucha gente conectada a la Red.

    Felipe: al tiempo hay que darle dos buenas patadas para que cuente para todos de la misma manera.

    Adolfo: nunca está de más revisar esos circuitos. En cuanto a lo que dices de las patadas, a lo mejor hay que pensar en tener valor para dárselas al futuro o para estar prevenidos. Luego está la posibilidad, con respecto a los futuros posibles, de tenerles, no tanto miedo, como asco.

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  8. Bienvenido, Enrique. "Memoria de ciborg" no deja de ser un texto literario, una ficción. Tu artículo, interesante por otra parte, se sitúa en una sola de las caras del asunto: la utilidad de la herramienta y la necesidad de conocerla y manejarla. No voy a discutir ni una cosa ni la otra, pues, como se puede observar, la manejo con más o menos fortuna. Otra cosa es dar palmas de contento continuamente por ello. Tengo que precisar, además, que no me considero ni más guapo, ni más alto, ni más hábil, ni, por supuesto, más inteligente, por utilizarla. Opino que ser internauta no me hace superior a mi abuelo, que no tuvo tiempo de conocer Internet ni, seguramente, le hubiera interesado. Ser internauta me permite, eso sí, acceder a una cantidad de información considerable y a comunicarme con celeridad y facilidad.

    ¡Mija! No tan tétrico: nuestro ciborg elige asestar el puntapié.

    Francisco: de acuerdo, ya lo sabes, con lo segundo. En cuanto a lo primero, no lo veo tan claro, aunque me parece que, si llegara el caso, se preferiría eliminar a algunos, antes que intentar reprogramarlos. Cantaba Mari Trini: "Yo n tengo remedio/ soy un caso perdido/ desde que nací".

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  9. Cierto, papi. Lo decía por lo del brazo y las piernas que le habían amputado....

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