Pese al odio, al cansancio, las lágrimas, los dientes,
pese a las durezas de sangre congelada,
yo que pude seguirlo,
reírme como el mundo,
no lo entiendo -es sencillo-,
no entiendo su locura.
(Gabriel Celaya, de “Tranquilamente hablando”)
Rafael Múgica, Gabriel Celaya, Juan de Leceta, (“perro viejo / filósofo / ingeniero”, según Benedetti), nació en 1911 y murió en 1991. A mitad del siglo XX, allá por 1952, apostó al “ahora o nunca”. Dos o tres años después, por tanto, consideró que la poesía debía ser un arma. ¿Se acuerdan?
Puede discutirse a la larga, cuando se cumplan los cien años del nacimiento y los veinte de la muerte del poeta, la utilidad de una poesía que conscientemente rebaja presupuestos estéticos con la intención de ser, precisamente, útil, aunque no en el sentido que se le da al adjetivo en el mercado. Celaya y otros como él no lograron tumbar el fascismo. Mas ahora que “estamos tocando el fondo”, si es que alguna vez nos hemos alejado de él, hay lecciones en la poesía de Celaya que van más allá de lo estético: la necesidad de tomar conciencia de que no todo puede “ser sin pecado un adorno”, que no todo sirve para alejar del estrecho círculo en que nos encerramos, la falaz la república independiente de nuestra casa, nuestras “penas personales”.
El círculo se va estrechando con ayuda de algunos que seguramente cantaron con Paco Ibáñez “La poesía es un arma cargada de futuro”. No podemos resignarnos a lavarnos las manos o a que otros se las laven. Hay que seguir diciendo las “bárbaras, terribles, amorosas” verdades. Y que las palabras se conviertan en actos.
Nota: El dibujo de Celaya puede encontrarse en la estupenda página dedicada al poeta, patrocinada por la Diputación Foral de Guipúzcoa.
Nota: El dibujo de Celaya puede encontrarse en la estupenda página dedicada al poeta, patrocinada por la Diputación Foral de Guipúzcoa.
Celaya hizo de su poesía sólo la plasmación de su pensamiento político y compromiso social.¿De que nos vale la estética cuando sabemos que ésta no mueve las conciencias?
ResponderEliminarCelaya toma partido desde el principio y lo hace hasta mancharse en cada verso.
Por otro lado,quién ha dicho que Celaya no es un gran poeta?Quiénes, a estas alturas, puede cuestionar el poemario de Gabriel?
Celaya huyó, a propósito, de la gauche divine porque quería que cda poema suyo fuese un cántico libre y de lucha.
Celaya también canta al amor como otra forma de liberación del ser humano
"¡Y tanto, y tanto te amo
que mis palabras mueren
en un rumor de besos sin descanso!
¡Y tanto todavía que mis manos
no te hallan al tocarte!
¡Tanto y tan sin descanso,
que fluyo, y fluyo, y fluyo,
y es solamente llanto!
Bueno, Felipe, recuerda a los que hablaban de la "poesía de la berza", todavía sigue alguno por ahí en el pequeñito "candelabro" de la poesía, que no alcanzará, a su pesar, la nombradía, ni otras cosas, de Celaya.
ResponderEliminarPor otra parte, sólo voy a contradecirte en una cosa. Una estética convenientemente afinada y orientada puede servir, no sé si a despertar conciencias, pero sí a tocarlas un poquito. Ejemplos no faltan. Tampoco faltan en la poesía de Celaya más denostada por los "neutrales", por cierto.
Pues perdona mi diminuto conocimiento literario, pero a este señor no lo conocía. Gracias por presentármelo.
ResponderEliminarFeliz sábado.
Me he detnido un buen rato. Hoy he estado todo el día tensa a la par que intensa y ahora necesitaba algo de relax.
ResponderEliminarLa poesía es un arma, sin lugar a duda y oyendo a Paco Ibañez cantar ese precioso poema aún se siente más.
Un beso
No creo que la poesía social deba rebajar la calidad literaria. No en el caso de Celaya. Y aunque así fuera, lo prefiero a las "romanzas de los tenores huecos y al coro de los grillos que cantan a la luna"
ResponderEliminarPero ¿de qué clase de literatura os hablan en la Comunidad Valenciana, Juanjo?
ResponderEliminarNo acabo de tener claro lo del arma, Carmen.
Ay, Paco, vecino: es que si me vienes con Antonio Machado... Yo tampoco creo que "deba". Otra cosa es que ocurriera, aunque no de manera tan exagerada como pintaron los detractores.
Volvamos del revés el latinajo: "Nulla aesthetica sine ethica".