-En esta abigarrada junta en que no cabe ya un alfiler, no caben tampoco la discrepancia ni las notas desafinadas. Un cuerpo, y esta asamblea cuerpo es, sólo puede tener una voz...
Se oyen aplausos, clamores en oleada y algún que otro berrido.
-Así pues, amigas y amigos, hora es ya de que, como una piña, en estos momentos en que el enemigo acecha y la dureza de las decisiones que hemos tomado y habremos de tomar amedrenta y desmoraliza a más de uno y a más de una, es hora, digo, de que apretemos filas pensando en el bien común y en el progreso de la sociedad.
Retumban las ovaciones, las palmas acompañan el clamoreo y los berridos se convierten en rebuznos, aunque aislados.
-Por eso, amigos y amigas, porque hay voluntad y firmeza y, sobre todo, hay programa...
Algo ocurre en el estrado. El vaso de agua del candidato traza una parábola y se estrella. Las trizas se convierten en reverberos de las chispas que saltan del busto, porque otra cosa no se ve, del orador.
Se hace un silencio que muchos calificarían de tenso y otros, quizá no menos, de intenso. Lenta, pero inexorablemente, el desconcierto es desplazado por una mirífica melodía entre flauta y tiple:
-Es... es... ¡españoles todos!...
Se oyen aplausos, clamores en oleada y algún que otro berrido.
-Así pues, amigas y amigos, hora es ya de que, como una piña, en estos momentos en que el enemigo acecha y la dureza de las decisiones que hemos tomado y habremos de tomar amedrenta y desmoraliza a más de uno y a más de una, es hora, digo, de que apretemos filas pensando en el bien común y en el progreso de la sociedad.
Retumban las ovaciones, las palmas acompañan el clamoreo y los berridos se convierten en rebuznos, aunque aislados.
-Por eso, amigos y amigas, porque hay voluntad y firmeza y, sobre todo, hay programa...
Algo ocurre en el estrado. El vaso de agua del candidato traza una parábola y se estrella. Las trizas se convierten en reverberos de las chispas que saltan del busto, porque otra cosa no se ve, del orador.
Se hace un silencio que muchos calificarían de tenso y otros, quizá no menos, de intenso. Lenta, pero inexorablemente, el desconcierto es desplazado por una mirífica melodía entre flauta y tiple:
-Es... es... ¡españoles todos!...
¡Hola Juan Carlos!
ResponderEliminarÁcido como siempre. Perdona mi ignorancia, pero en la expresión "porque otra cosa no sé ve", ¿la tilde de "sé" es correcta?
(Sin animo de ofender, vaya, es sólo curiosidad).
No es correcta, Juanjo. Se me habrá ido el dedo. Ahora corrijo. Gracias.
ResponderEliminarDe nada. Si quieres puedes eliminar el comentario y nadie se entera..
ResponderEliminarSaludos.
Has estado sembrado aunque sólo describes la cruda realidad.Y es que quedan muchos "democrátas" con el deje de "españoles todos".Pero,claro,si las voces se levantan pidiendo explicaciones el pesebre en el que se abreva corre el riesgo de romperse.
ResponderEliminarO tempora, o mores!
Para nada, hombre. No se me caen los anillos. No soy perfecto, aunque me precie, precisamente, de no cometer faltas de ortografía. Pero ya ves. ¿Será que me estoy haciendo mayor? El caso es que el relato lleva tres correcciones, de estilo y vocabulario, sobre la primera versión y es posible que haga alguna más.
ResponderEliminarAy, tendré que poner más cuidado, pobre de mí.
Se cruzan comentarios e intervenciones...
ResponderEliminarGracias, Felipe. El caso es voces se oyen pocas y el pesebre se queda donde está: ¿en el portal de Belén?
Tranquilo, lo importante es el mensaje, y éste es demoledor.
ResponderEliminarPor otro lado, el que esté libre de pecado que tire la primera tilde, jejeje
Sí y no, Juanjo. Para mí el mensaje no funciona si no lo conduce una expresión adecuada. Hubo quien dijo: "No haya ética sin estética". También es cierto lo contrario. En todo caso, voy a tener que dejar de tirar piedras o tildes.
ResponderEliminarPor otra parte, tengo que lamentar que, ante determinadas situaciones, mi estética sirva a un mensaje demoledor. Ya quisiera ser más constructivo, pero no soy yo el que ha empezado a destruir.
Se entiende, no tienes porque disculparte. Saludos.
ResponderEliminarEfectivamente el mensaje es demoledor pero lo que estamos viviendo es así lamentablemente.
ResponderEliminarTienes una capacidad asombrosa para expresar sentimientos, sensaciones, pensamientos, todos ellos de gran profundidad y en poquísimos "caracteres, con tildes y sin tildes".
Dicen que eso sólo lo consiguen los "grandes"
Enhorabuena
Un beso
Efectivamente. No lo dices, pero todos, incluso yo que soy tan torpe para acertijos, lo entendemos, porque es lo que ahora mismo se ve.
ResponderEliminarPrecísamente, revisando ayer nuevos textos en la hemeroteca, me encontré un lamento parecido en diario cordobés "Agora", llevado, claro está, a otros tiempos, que ya he programado para curiosón y del que te adelanto algunos párrafos: "
Agria, bien agria es la vida para los parias que arrastran sus miserias bajo la República como las arrastraron bajo la monarquía.
"Agria la República que no ha sentado a su mesa a los que la establecieron, que, sin agradecimiento ni justicia, favorece a sus enemigos y persigue a los que lucharon por su triunfo."
Lo explica bien Felipe.
En fin, que yo, aunque torpe, ya te entiendo.
Lástima que en lugar del vaso no se haya hecho añicos el busto. Aunque parece que ya está listo para guardar en el trastero. Rebuznos y retortijones es lo que se oye en ese auditorio en el que solo faltan los bigotillos.
ResponderEliminarMe dejas con un sonrisón de esos de medio lado en la boca y el pensamiento de que apenas se puede describir mejor el asunto. Mejor imposible.
ResponderEliminarGracias, una vez más, Carmen.
ResponderEliminarFroilán: qué vas a ser tú torpe, hombre. Estaré al tanto de esa entrada de Curiosón, pues promete.
Francisco: los bigotillos igual los pone Rubalcaba. Aunque no le veo afeitándose la perillica.
Gracias, Dezaragoza. Que ese sonrisón no se te quite del todo.