Diálogo de sordos

Viajero, debes partir
A la aurora, enjuga tus pies sobre

La humedad de nariz perruna de la tierra

Wole Soyinka

LUIS. Oulipo: ¿cuántas pesetas son 6.000 millones de euros?

OULIPO. Luis: ¿sabes si les hemos vendido a los africanos preservativos usados, agujereados o en mal estado? ¿Qué dices? No te entiendo.

LUIS. ¿Has leído algo de Soyinka? ¿Cómo?

OULIPO. Que si los homosexuales están exentos de impuestos. ¿Qué dices?

LUIS. Te preguntaba si recuerdas cuando los padres escolapios nos llevaban de excursión. Como hormiguitas camino del hormiguero. ¿Estás sordo?

OULIPO. No me grites, hombre, que te estoy viendo. ¿Me oyes?

LUIS. No te oigo, caray. Oye: ¿Martínez no es el mismo obispo que fue condenado por calumnias e injurias?

OULIPO. Oye: ¿A Martínez no se le traspapelaban misteriosamente las donaciones?

LUIS. ¿Sabes que te digo? No puedo más... Yo me quito esto, porque Schönberg me está poniendo la cabeza como bombo...

OULIPO. Luis: ¿te rindes ya? Menos mal, porque tanto Megadeth me crispa...

LUIS. Ya. Es lo que tiene compartir, hermano: el otro no sabe apreciarlo a veces.

OULIPO. ¿Me has oído?

LUIS. Naturalmente. ¿Damos una vuelta?

OULIPO. Vale. Pero habrá que coger el paraguas.

LUIS. ¿Por qué?

OULIPO. Puede que lluevan lacitos blancos, como las mariposas de Cien años de soledad.

LUIS. ¡Ah! O como los escupitajos en El buscón. Yo, mejor cargo con el chubasquero. Aunque más lloverá en Alcalá de los Gazules.

OULIPO. ¡Qué ordinario eres a veces! ¿Qué hacemos con Albanto?

LUIS. Déjalo: se ha quedado dormido.

Foto encontrada en Abra Kadaver

No es cierto, señoras y señores, que estuviera dormido, sino disimulando. Para un chucho de mil razas o mil leches como yo, resultaban ya ignominiosos el silencio y el ostracismo a que el administrador de esta página tiene sujetos y condenados a los mellizos, esa pareja impar que tanto tiene que decir y que tan bien me trata cuando mi bienamada dueña, la señora Eulalia, le pide se haga cargo de mí en su ausencia.

La pena es que mi impericia con estos trastos del diablo y la urgencia de hacer justicia me obliguen a presentar a ustedes este jugoso diálogo en agraz, sin acotaciones o pertinentes comentarios. Para que no crea que los mellizos se han vuelto más locos de lo que están, me permito aclarar al amable público que asiste, mediante esta torpe transcripción, a una jornada sabatina, que no sabática, de merodeo o buceo por la prensa, aunque no toda, porque Cypher y Oulipo no tienen empacho en declararse subjetivos, así como a un ejercicio de lo que ellos llaman “música compartida de ayer y de hoy” que utilizan como medio de acercar los gustos de cada uno, si bien he de decir que, hasta que no se han despojado de los cascos, la conversación resulta un poco hermética.

Por último, no se sorprendan ustedes de que perro o can como el que esto escribe pueda hacer algo más que rascarse y ladrar. Cosas más raras se ven y a mí me viene de casta, o de falta de ella, pues desciendo en línea indirecta de los famosos Cipión y Berganza, que en gloria estén.