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14 de febrero de 2009

Pesadilla vaticana. Segunda página


Obra en nuestro poder, impaciente lector, la transcripción completa de la pesadilla de Cypher. Te aseguramos que es un documento de inestimable valor en su categoría. Conociendo a Luis, podrías preguntarte si Cypher y Benedicto XVI hablaron, pongamos por caso, de los religiosos españoles beatificados, de la Inquisición a la que sirvió el pontífice, de los curas y obispos pederastas o, en fin, del caso de Gerhard Maria Wagner. ¿Le recordó el mellizo acaso su pasado en las juventudes hitlerianas? No adelantemos acontecimientos.

-¿Se lo recordaste, Luis? –pregunta Oulipo.

-Me dijo: “Quiero que orientes este lecho de muerte hacia ‘El Juicio Final’. Así tendré visible y presente el tiempo en que todo acabará para empezar de nuevo. Entonces, no lo olvides, hijo, volveremos a vernos: tú, seguramente, entre los condenados o precitos; yo, con un poco de suerte y la ayuda del Señor, tal vez alcance la beatitud y la gloria de los bienaventurados.” Hice lo que me pidió y fue entonces que pude ver su rostro de Lugosi en decadencia contraído por el odio hacia mí. Y el cuerpo empezó a saltar sobre la cama asaltado, sin duda, por el dolor. “¿Sufre mucho, ciudadano Ratzinger?”, le pregunté. “Su Santidad, llámame Su Santidad. Seguro que te alegras, réprobo... No, no lo niegues: sé cómo te las gastas. Tengo tu nombre apuntado en mi cuaderno desde que estudiabas con ese falsario y criminal doctor Montes...”

-¿El mío también, hermano? ¿Se lo preguntaste? –inquiere Oulipo.

-No me interrumpas. Sí: tú también estás en la lista negra. “Por frívolo y pagano” fueron las palabras exactas.

-Apañados estamos, hermanito. Sigue, sigue...



-De la oscuridad que rodea a la cama surge una voz que me resulta familiar: “Doctor Cypher: usted ha visto con sus propios ojos el milagro. El Sumo Pontífice ha levitado. Por eso es importante que haga todo lo que esté en su mano por preservar la vida de nuestro querido y admirado Papa, para que todas las personas de buen corazón, gentiles y fieles, sepan la buena nueva.” “Querrá decir su querido y su admirado. Lo que necesita este hombre es que lo ayuden a bien morir o, como poco, a que no sufra indeciblemente en la agonía que lo tiene postrado. Esto es lo que veo y lo que creo”, respondo amoscado. Ratzinger vuelve de su desmayo y exclama: “¡Niego la mayor! La eutanasia es una falsa solución al drama del sufrimiento, una solución indigna del hombre. Jesús sufrió y murió en la cruz por amor...” “Señor Ratzinger: usted no está en una cruz. No le voy a preguntar, en estas condiciones, a quiénes o a qué ama...” “Cardenal Güemes: ¡llévese a este inmundo pecador de mi vista! ¡Que venga el padre Silvio, el único que me entiende! Quiero confesarme.”

-¿Cardenal Güemes, padre Silvio? ¿No te parece que exageras un poco, hermanito?

-¿Le vas a pedir mesura a un sueño, Oulipo? –responde Cypher-. Pues esto no es nada.

A estas alturas, o bajuras, de la narración, que a punto está de llegar al clímax, el lector esforzado que no haya abandonado la lectura tiene derecho a preguntarse qué ha pasado con el perro de la vecina. Baste decir que la susodicha ha sido arrestada por la policía municipal, acusada de maltrato a los animales por un anónimo denunciante. Hemos tenido que buscar un gato experimentado en las saludables lides del maullido, pero se muestra reticente a trabajar sin contrato. Veremos.

-En la antesala, el cardenal Güemes me sirve chocolate con picatostes. “Es digna de admirar la resolución y firmeza del Santo Padre. ¿No lo crees así, hijo?”, me pregunta el prelado, que, además, intenta acariciarme el pelo y me guiña un ojo...

-¿Cómo es posible, Luis? No entiendo...

-Yo tampoco. El caso es que el traje de corte italiano se ha convertido en una camisa blanca y unos bombachos y mi voz suena pueril y un tanto aflautada.

-¡Joder con la pesadilla! –exclama Oulipo.

-Y que lo digas.

-¿Hacemos un descanso? ¿Preparo una tisana?

-Sí, por favor. Trae también la botella de brandy.

-Sólo nos queda coñac.

-Bueno.

3 comentarios:

  1. En menudo momento se ha quedado la narración, efectivamente en el clímax. Y unque se deje intuir al menos la continuación más próxima, el lector no sabe muy bien si desea seguir leyendo por el mal trago que le supondrá a Cypher no soñarlo, que lo hecho hecho está, si no más bien recordarlo.

    Pese a todo, siendo egoistas y respetando el descanso con sabor a coñac, sí nos gustaría.

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  2. RESOLUCIÓN, EXIJO RESOLUCIÓN DE LA HISTORIA YA YA YA YA YA. Jo, peor que la droga oye.

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  3. La tendréis. Aunque me temo que se nos ha ido un poco la mano, de tal manera que no sé si publicar lo que falta de una tacada o en dos páginas.

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