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27 de diciembre de 2008

El intercambio


A la espera del estreno de Gran Torino, no es mala elección para la tarde de hoy plantar las posaderas en una butaca durante más de dos horas para ver El intercambio (Changeling) de Clint Eastwood. No se pondrán muchas veces los pelos de punta, porque no es Mystic River, pero no es poco mérito el que la película no aburra y consiga interesar e, incluso, emocionar en algunos momentos.

Desde nuestro punto de vista, la elección de una historia real como la de Christine Collins, a quien encarna Angelina Jolie, no confiere valor especial a ninguna producción cinematográfica, salvo excepciones. No creemos que Eastwood pretendiera hacer una ilustración del drama de la señora Collins a partir del guión del oscuro J. Michael Straczynski, sino bucear, una vez más, en el interior de seres heridos. Y es este buceo el que convierte la historia de una madre cuyo hijo desaparece en la ciudad de Los Ángeles, en fecha cercana al crack, en una fábula moral que trasciende, sin ocultarlos, los rasgos de época, soberbiamente recreados con la ayuda de Tom Stern, quien logra algunas estampas que podría firmar Edward Hopper.



Hemos hablado de seres heridos. En este caso no sólo se encuentra la protagonista, sino también Carol Dexter (Amy Ryan), la prostituta con la cual congenia en el psiquiátrico en que es internada por la policía para que no moleste, el niño por el que el detective Ybarra (Michael Kelly), el policía abnegado, consigue dar con la pista del asesino en serie, el niño que escapó de las garras de éste y, por supuesto, el asesino mismo, Gordon Northcott (Jason Butler Harner).

El personaje de Amy Ryan ayuda a la frágil, pero obcecada Christine Collins a sostenerse en su lucha desesperada por hacerse oír. Muestra, también, y esto es frecuente en Eastwood, que la presión del ambiente no siempre aniquila la humanidad. Con los niños, cuyas historias en flash-back sirven al desarrollo de la segunda trama, se hace un retrato estremecedor del abismo al que pueden ser arrastrados quienes, como ellos, han visto el rostro del mal. Ese rostro es y no es el del psicópata. Eastwood descubre su anormalidad desde su aparición en escena, pero con unas pocas pinceladas consigue apuntar a un trasfondo que completa la imagen de un loco furioso. No nos ahorra la truculencia de su ejecución ejemplar (es un decir), pero la escena del primer registro del rancho, con el plano de un rosario y una Biblia, las frecuentes expresiones religiosas del personaje y la aparición de éste en casa de su hermana matizan, como decíamos, lo que parece una caracterización plana, pues es en este tipo de caracterización en que reside el principal defecto de la cinta y hace que la moral corra el riesgo de convertirse en moralina.



Los personajes de buen corazón, entre los que se incluyen, aparte de la protagonista, la prostituta y otros personajes secundarios, el abogado de élite que defiende desinteresadamente su causa y el reverendo Briegleb (John Malkovich), se enfrentan a unas fuerzas vivas (políticos, policías, médicos) capaces de todo tipo de desmanes para mantenerse en el poder o del lado del poder.

Eastwood no deja resquicio sin escudriñar, salvo los móviles del asesino y el destino de Walter, el hijo de Christine. Algunos detalles resultan excesivos, como la mirada de Northcott a la escopeta que esconde en la caja de la camioneta o la inusitada cantidad de hachas y cuchillos que vemos en el primer registro del rancho. Otros, ya que hablamos de miradas, saben al mejor cine: las que el capitán Jones (Jeffrey Donovan) dirige al grupo de periodistas mientras Christine se resiste a reconocer que el niño que le entregan sea su hijo; las del chico que abre la caja de Pandora cuando el detective Ybarra le entrega una pala para buscar los cadáveres de los niños asesinados.



Las interpretaciones son buenas; más que notables las de Amy Ryan y Jason Blutler Harner. No hemos visto a la Jolie en Un corazón invencible, pero nos parece que ya ha crecido como actriz. Sin embargo, nos interesa concluir con algo distinto. Tiene que ver con el poder de sugerencia de una buena película. Tanto Walter como Northcott son huérfanos. En El intercambio asistimos al pavoroso dilema de otro huérfano, el chico que convive con el psicópata y lo ayuda en sus crímenes. No sabemos qué pasa con Walter. Lo vemos defraudado por la madre antes de desaparecer. Vemos que ayuda a otro chico a escapar del rancho. Este chico aparece después de años y reconoce que ha tenido miedo de regresar; quizá, eso espera Christine, como Walter. Oímos a Northcott asegurar que no podía hacer daño a Walter porque era un ángel. Nada más. Aten cabos.


4 comentarios:

  1. Cuando dijiste "La última de Eastwood" no me imaginaba que fuera ésta... (Mi mente no es tampoco tan cerrada como para imaginar que se trataba de un Western). Sinceramente, no sabía que "El intercambio" fuese de Eastwood... Bueno, mi madre quiere verla, igual a mi me interesa... Con más información se hace más... Agradable...

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  2. Por cierto, un detalle lo de "Un click para Suecia"... Yo ya he entrado, vaya que sí...

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  3. Dos cosas, Gato.La primera es que merece la pena la de Eastwood; así que aprovecha y acompaña a tu madre. La segunda: gracias en nombre de los bahienses.

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  4. Visto así tiene buena pinta, desde luego. Pero el trailer dejaba bastante que desear con la Jolie de fondo repitiendo en un tiempo tan corto, si no la misma frase, porque sinceramente no lo recuerdo, una muy similar todo el tiempo.

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