El romance es una de las formas poéticas más flexibles que hayan surgido de nuestra literatura. Por ello no es de extrañar, como decía don Julio Caro Baroja en su Ensayo sobre la literatura de cordel, que fuera de las más gustadas por el pueblo.
Los pliegos de cordel, conocidos desde la aparición de la imprenta, proliferaron durante los Siglos de Oro, convirtiéndose en el principal medio de difusión de literatura destinada al consumo de las masas hasta el siglo XIX. Este fue, además, el principal medio de vida de recitadores o cantores anónimos, generalmente ciegos, que difundían el viejo romancero. A la forma del romance fueron añadiendo temas de la vida cotidiana y de actualidad, elegidos muchas veces por su truculencia.
El romance de ciego solía presentar una estructura fija: una introducción de varios versos en la que el recitador o cantor llamaba la atención del público; el desarrollo de la historia en sí; y un cierre en que se solicitaba gratificación o recompensa, que podía consistir en la compra del pliego.
Este es el comienzo de “Los calzones y las alforjas”, recogido por don Julio en la antología Romances de ciego:
Todo casado me escuche,
todo viudo se suspenda,
todos los mozos y niños
les suplico que me atiendan,
que miren con quien se casan,
que no se fíen de viejas,
de mozas, ni de casadas,
ni de viudas zalameras,
ni tampoco de beatas,
ni de las niñas pequeñas,
porque aquel que se fiare
le saldrá muy mala cuenta:
y si me dan atención
explicaré con presteza
lo que las mujeres son,
manifestando sus tretas,
sus chismes y sus enredos,
sus marañas y cautelas,
dando principio al asunto
comenzaré por las viejas.
Pues bien, una propuesta entretenida para un taller literario, independientemente de la calidad del resultado, consiste en recuperar el aire y las maneras de los romances de ciego trayéndolos, claro está, al presente.
El ejemplo que sigue es fruto de mi participación en un taller dirigido por Federico Martín Nebrás hace ya unos años.
CAMINITO DE MAYOREl ejemplo que sigue es fruto de mi participación en un taller dirigido por Federico Martín Nebrás hace ya unos años.
Urbanitas solitarios
Que subís al autobús,
Si emociones queréis fuertes,
Escuchad al ciego Chus.
El número diecisiete,
Caminito de Mayor,
Cuando sale primavera
A dar alas al amor.
Ella es hermosa y es Gloria
Dos veces para Ramón.
Tienen diecisiete abriles
Recién cumplidos los dos.
Tres días a la semana,
Pues no hay otro rincón,
En el autobús se citan,
Caminito de Mayor.
Severo el padre de Gloria
Viernes ni sábado no
Ve bien que salga la chica,
Y menos si es con Ramón.
Un día de mayo, Gloria,
En minifalda y con top,
Sube rauda al diecisiete,
Caminito de Mayor.
Silban niños en la acera
Y resopla el conductor.
Hacia el fondo derechita,
Allí sorprende a Ramón.
Miradas intensas, besos
Que suben ya de color.
Una viuda se desmaya.
Una monjita: “¡Ay, Dios!
¡ay, Dios!” dice y se santigua.
Dice una madre: “¡Chitón!
Hija, eso no se mira”.
El general: “¡Atención!
¡Calabozo yo daría
a esta pareja, a los dos!”.
Un señor que sube afea
A los jóvenes la acción:
“Si tú mi hija fueses,
de azotes te daba yo...”
“Mil y mil diera yo a este,
si el niño fuera mi Antón”,
dice el otro y dos chicuelas:
“¡Cállense: eso es pasión!”.
Gritos y reproches cansan
Al bueno del conductor:
“¿Qué puedo hacer? No son malos
chicos: los conozco yo”.
Decide parar el coche,
Acabar la discusión.
El número diecisiete,
Caminito de Mayor,
Hizo su viaje más largo,
Ningún otro así se vio.
Urbanitas solitarios
Que subís al autobús,
Decid si premio merece
Quien os cantó, el ciego Chus.
Merece premio el ciego Chus, desde luego. Romance muy rítmico que presenta un cuadro tan real como cómico.
ResponderEliminarYo al menos me quedo con el suyo, teniendo en cuenta que el escogido de la antología nos pone finas...
Cierto que hubiera podido escoger otro. Me bastaba con un ejemplo. En descargo de lo que hay, imagino que la andanada misógina era un tópico socorrido para atraer a la clientela masculina. El romance habla sobre todo de las argucias de una vieja celestinesca que engaña a un carbonero un tanto bobo.
ResponderEliminarholaaa literarios!!
ResponderEliminarHola, Carla. Bienvenida.
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