En su inestimable Gramática de la fantasía Rodari asegura, apoyándose en ideas de Henry Wallon y Paul Klee, que “una historia sólo puede nacer de un binomio fantástico”. Con la palabra historia, Rodari se refiere a un relato para niños o creado por niños en el que la fantasía es uno de los componentes esenciales.
El binomio fantástico es una pareja de ideas o de palabras que se ponen en contacto para generar una historia. La pareja ha de cumplir una condición: entre las palabras o las ideas ha de haber suficiente distancia o extrañeza como para que el acercamiento obligue a la imaginación a liberarlas de las cadenas verbales cotidianas y establecer un parentesco que permita construir un relato.
El esquema básico del binomio presenta dos sustantivos que Rodari sugiere elegir al azar. Propone como ejemplo "perro" y "armario" y unas cuantas relaciones sencillas que pueden convertirse en núcleo de una historia: el perro con el armario, el armario del perro, el perro en el armario, etc.
Rodari recoge una buena muestra de la aplicación del binomio. Es una historia inventada por un niño de poco más de cinco años, al que algunos compañeros de parvulario ayudaron a completar. La maestra de estos chicos sugirió el binomio "luz" y "zapatos". Este fue el resultado:
Érase una vez un niño que se ponía siempre los zapatos de su papá. Una noche el papá se cansó de que el niño se pusiera siempre sus zapatos, así que lo puso conectado a la luz, y después a medianoche se cayó. Entonces el papá exclamó:
-¿Qué pasa: hay ladrones?
Fue a ver y se encontró el niño en el suelo. El niño estaba todo encendido. Entonces el papá intentó darle la vuelta a la cabeza, pero no se apagaba; probó tirándole de las orejas, pero no se apagaba; probó a achatarle la nariz, pero no se pagaba; probó apretándole el ombligo, pero no se apagaba; probó quitándole los zapatos y lo consiguió: el niño se apagó.
Variantes del binomio fantástico son la hipótesis fantástica y el prefijo arbitrario. En la hipótesis fantástica se unen arbitrariamente un sustantivo y un verbo, un sujeto y un predicado, o un sustantivo y un complemento mediante una pregunta del tipo “¿Qué ocurriría si...?” No le falta razón al autor cuando entiende, exagerando un poco, La metamorfosis de Kafka como respuesta a la siguiente hipótesis: “¿Qué ocurriría si un hombre se despertase transformado en un inmundo escarabajo?” Algo parecido podemos encontrar, también, en La balsa de piedra de José Saramago: “¿Qué ocurriría si un abismo separase la Península Ibérica de Europa?”
El prefijo arbitrario se añade a una palabra con la que no es corriente unirlo para producir extrañeza y, por tanto, tema o motivo de una historia. Ejemplos de prefijo arbitrario se dan en las siguientes palabras, algunas de las cuales Rodari utilizó en algún relato: desnavaja, archiperro, trinóculo, microhipopótamo...
Abro el diccionario al azar. La primera palabra en que me fijo es silbo. Vuelvo a abrir: cereal. Pero la historia se leerá, tal vez, otro día...
A esto juego yo con Frankie con bastante frecuencia, aunque pocas veces lo ponga por escrito...
ResponderEliminarEn un par de días tendremos que tomar el diccionario para hacer los deberes.
Naturalmente. En Gramática de la fantasía Rodari no pretende inventar nada, aunque algunos de los juegos, recursos y técnicas sean fruto de su magín. Intentó sistematizar lo que le había resultado útil como maestro y animador de talleres literarios para niños y enseñantes.
ResponderEliminarQue la cosa funciona e interesa a quien se interese en estos asuntos puede comprobarse echando un vistazo, por ejemplo, a la considerable cantidad de entradas recogidas en el buscador de Google sobre "binomio fantástico", entre las cuales se encuentra, por supuesto, la mía.
El libro de Rodari es, por otra parte, una delicia.
Hay una cosa más, que me parece tanto o más importante que lo dicho. Rodari comenta de pasada que, más allá de estimular la creatividad de los chicos, los juegos de los que habla pueden servir a un escritor para, desde el embrión que surge de uno cualquiera de ellos, crear una obra interesante. De ahí que hable de Kafka o que ofrezca, medio en serio, medio en broma, a Italo Calvino el prefijo arbitrario "semifantasma".