El Ouvroir de Littérature Potentielle, es decir, el OuLiPo, ha sido y es, desde su creación, fértil en ingeniosas y entretenidas propuestas de escritura basadas todas en reglas de composición. No queremos discutir ahora si este tipo trabajos puede llegar más lejos de los resultados que se obtengan de su aplicación. Nos interesan, por lo menos, como punto de partida y, esto es bastante, como ejercicios.
Para volver a nuestros Ejercicios de caligrafía, escogemos esta vez una de las propuestas del OuLiPo, la creación de una quimera, invención de François Le Lionnais.
La quimera es un ejercicio sustitución de palabras. Se parte de un texto, llamémosle T, al que se despoja de sustantivos, adjetivos y verbos. Conviene recordar qué posición ocupaba cada una de las palabras suprimidas, por lo que recomendamos tacharlas o sustituirlas por una referencia a su categoría o clase. Obtenemos lo que Le Lionnais llama un molde.
Se necesitan otros tres textos, S, A y V. De S se extraen los sustantivos, los adjetivos de A, y de V los verbos. Se vuelve sobre el molde T y se reemplazan los sustantivos suprimidos por los de S, en el orden en que se han extraído. Lo mismo ha de hacerse con los adjetivos de A y los verbos de V.
Se ha de rectificar lo justo. El texto resultante es una quimera o un texto quimérico.
Vamos allá. Para no dar más vueltas, echamos mano de cuatro libros que, por distintas razones, tenemos en nuestra mesilla.
- Texto T: Beltenebros, de Antonio Muñoz Molina:
Cerraba los ojos, pero seguía viéndola, como emergida lentamente del agua, como emanada de mi cuerpo y del vapor caliente en una excrecencia vegetal, apretaba los párpados y veía de nuevo el fulgor instantáneo de su desnudez, su cuerpo frágil y lívido contra los reflectores azules y su cabeza que se doblaba hacia atrás como si una mano invisible la hubiera atrapado por el pelo y tirara de ella.
- Texto S: El libro de los seres imaginarios, de Borges:
Según un pasaje de Séneca, Tales de Mileto enseñó que la tierra flota en el agua, como una embarcación, y que el agua, agitada por las tormentas, causa los terremotos. Otro sistema sismológico nos proponen los historiadores, o mitólogos, japoneses del siglo VIII.
- Texto A: Gramática de la fantasía, de Rodari:
Aun terminado el cuento, existe siempre la posibilidad de un “después”. Los personajes están listos para actuar, conocemos su comportamiento, sabemos qué relaciones tienen entre sí. La simple introducción de un elemento nuevo pone otra vez en movimiento el mecanismo entero, como bien saben todos aquellos que han escrito o imaginado “continuaciones” de Pinocho.
Un grupo de niños de quinto de básica, con un decidido “demos un paso atrás”, introdujo el elemento nuevo directamente en la barriga del tiburón. El mismo día en que Pinocho se transforma en un chico de verdad, Geppetto se acuerda de improviso de haber visto en las vísceras del monstruo, en el tiempo de su cautiverio, un tesoro escondido. Pinocho organiza inmediatamente una caza del tiburón que es, simultáneamente, caza del tesoro. Pero no es el único.
Un grupo de niños de quinto de básica, con un decidido “demos un paso atrás”, introdujo el elemento nuevo directamente en la barriga del tiburón. El mismo día en que Pinocho se transforma en un chico de verdad, Geppetto se acuerda de improviso de haber visto en las vísceras del monstruo, en el tiempo de su cautiverio, un tesoro escondido. Pinocho organiza inmediatamente una caza del tiburón que es, simultáneamente, caza del tesoro. Pero no es el único.
- Texto V: Antología de poetas líricos castellanos, de Menéndez Pelayo:
Pocos años después de la muerte del señor de Iniesta ya comenzaron a apoderarse de su nombre los alquimistas y otros iluminados o embaucadores, y a inventar libros apócrifos con su nombre o que se suponían hallados entre los de su famosa biblioteca. Uno de estos fue el Libro del Tesoro o del Condado, que por otra falsedad todavía mayor se quiso achacar a la gloriosa memoria de Alfonso el Sabio. Pero aún es más curiosa y significativa en este respecto la carta que se supone escrita por los veinte sabios cordobeses a D. Enrique de Villena.
- Texto quimérico:
Comenzaba los pasajes, pero me apoderaba de ella inventándola, como supuesta lentamente en mi Séneca, como hallada en mi Tales de Mileto y en la tierra lista en un agua simple, era las embarcaciones y quería de nuevo el agua nueva de su tormenta, su terremoto entero y básico contra los sistemas nuevos y su historiador que se achacaba hacia atrás como si un mitólogo único la fuera suponiendo por el siglo y escribiera de ella.
¿Texto quimérico? ¡¡Revoltijo fino!! Aún así original y cuanto menos curioso... Y ya volverán mis porterías...
ResponderEliminarHubiera quedado mejor con algún retoque más; pero no he querido saltarme las reglas. Más si se tiene en cuenta que, a la francesa, he tratado los participios concordados como verbos a la hora se suprimir y sustituir.
ResponderEliminarEs lo que pasa, Sr.López por someterse demasiado. Si la escritura automática no funcionaba por sí sola, no veo razón, con todos mis respetos, para no corregir una quimera.
ResponderEliminarLo que no puedo disculpar fácilmente es habérseme apartado, no ya de la redacción del artículo, sino, también, del asesoramiento necesario y de la selección del material gráfico.
Hermano: no le des más vueltas, que así es la cosa. El jefe es el jefe. Tú hubieras sido capaz de escribir una tesis de difícil digestión.
ResponderEliminarEsto me recuerda una pizquita al Dadaísmo.
ResponderEliminarSuena bien sencillo. Esta noche pruebo.
No conocía la página y llevaba un tiempo buscando un buen banco de imágenes... Se agradece el detalle...
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