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5 de julio de 2012

Bestiarios


El Diccionario de la Real Academia Española define el bestiario como “una colección de relatos, descripciones e imágenes de animales reales o fantásticos”, y lo relaciona con la literatura medieval. Aunque los bestiarios se hicieron populares en la Edad Media, su origen es más antiguo, ya que se halla en las obras de filósofos y naturalistas clásicos, como la “Historia de los animales” de Aristóteles, que, dentro del Corpus aristotelicum, forma parte de la Física.

Se considera que el predecesor de los bestiarios medievales es una compilación alejandrina del siglo II titulada Physiologus. Este libro fue traducido al latín hacia el año 400 y, después, a otros idiomas. Se conservan muchas copias manuscritas, como la del Bern Physiologus, o Fisiólogo de Berna, del siglo IX.

Las descripciones del Physiologus se completan con sentencias y frases moralizantes. Esto es algo que se extenderá a los bestiarios medievales por influjo de algunos Padres de la Iglesia, como San Isidoro de Sevilla y San Ambrosio.

De los bestiarios medievales más conocidos, como el Bestiario de Averdeen, a los bestiarios literarios modernos media un abismo. La literatura hispanoamericana ha sido especialmente fructífera en la creación de obras en las que animales reales o maravillosos se convierten en pretextos para ofrecer la visión del mundo del autor. Ahí están, para demostrar lo que digo, los bestiarios de Julio Cortázar o Juan José Arreola, o el libro de poemas El gran zoo de Nicolás Guillén. Con todo, no son estas interesantes obras de las que quiero hablar ahora.



Tengo especial predilección por algunos textos que están a medio camino de las colecciones misceláneas, las antologías y los libros de relatos, y en los cuales se mezclan la erudición y la invención de forma inextricable. Entre ellos se cuentan El libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges y el Bestiario fantástico de Juan Perucho. Ambos tienen la virtud de resucitar con genio e ingenio la tradición de los bestiarios.

El libro de Borges, publicado en 1967 en colaboración con Margarita Guerrero, amplía el Manual de zoología fantástica (1957). La cábala, la literatura china, los clásicos griegos y latinos, leyendas, fábulas y otras fuentes permiten a los autores discurrir acerca del basilisco, el grifo, el simurg o las nesnás. Poco importa que Borges no tuviera razón cuando dijo que su Manual era la primera obra en su género.

Bestiario fantástico se publicó en 1977. La originalidad de la obra de Perucho estriba en acercar su lente y su mente a la modernidad y a la Edad Contemporánea, especialmente al siglo XVIII. Imáginese el lector, por ejemplo, un extraordinario ser que devora la caligrafía de unos papeles en la biblioteca del padre Feijoo.


Julio Cortázar pedía “bestiarios colmados de transgresiones, de patas donde debería haber alas y de ojos puestos en el lugar de los dientes”. Quizá las obras de Borges y Perucho no colman por entero ese deseo; en cambio, sí responden, cuando menos, al que Borges expresa en el prólogo de El libro de los seres imaginarios: “Querríamos que los curiosos lo frecuentaran, como quien juega con las formas cambiantes que revela un caleidoscopio.”


11 comentarios:

  1. Sin duda, los docentes estamos ya en período estival, y se nota que tú lo empleas muy bien. Te felicito por tan documentada publicación, que indagaré con más tiempo.

    Sólo como curiosidad, hace tiempo que busco la película "Bestiario", pero sin mucho éxito.

    Saludos.

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    1. Es uno de los primeros artículos de Por el camino de la letra. Como pasó sin pena ni gloria, lo he recuperado y reeditado.

      En cuanto a la peli Bestiario, que no vi, me imagino que tendrás que indagar en los caminos "clásicos" de internet o, quizá, comprobar si está o no a la venta.

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  2. Es indudable que, con intención o sin ella, incitas a que indaguemos sobre el tema. No te quepa duda que ya tengo en mente echar un vistazo a las obras de Borges y Perucho.
    Me ha parecido interesante, atractiva, e instructiva, tu exposición.

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    1. Con intención, con intención.

      Te va a costar encontrar la obra de Perucho. Que yo sepa, estaba descatalogada. La reeditó Plaza & Janés en 1990, pero no tengo idea de si se podrá encontrar.

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  3. Se me olvidaba: gracias a ambos.

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  4. Recuerdo aquella entrada, vecino. Erudita como siempre, aunque te ha faltado el bestiario más reciente e infame, el que se reúne todos los viernes.

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    1. Es, más bien, un monstruario, por utilizar palabras de Perucho.

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  5. Conocía y tengo los de Cortázar, Arreola y Borges, pero no el de Perucho, así que buscarlo será una buena forma de pasar el sábado. Se agradecen estos revival.

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    1. Y se agradece, desde aquí, que os toméis la molestia de decir que algo os interesa.

      Ya comento arriba que no estoy seguro de que podáis encontrar lo de Perucho.

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  6. ¿cuantos temas trata este texto ? ¿se enfoca en uno o desarrollas varios? cuando dices "con todo, no son estas interesantes obras de las que quiero hablar ahora", estas extendiendo o delimitando el tema de tu tema ¿porque?

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    1. ¿Por qué pregunta usted?

      Si no ha entendido el texto, dudo que entienda la explicación. Veamos.

      Hay que tener en cuenta, en primer lugar, el medio en que se publica. Un blog, y esto lo dice la experiencia, no se aviene bien con trabajos o textos largos.

      En segundo lugar, aunque no es un texto redondo, tiene el suficiente grado de coherencia y cohesión para darle validez como texto. Hablaré solo de la primera propiedad, por no extender demasiado un comentario que, supongo, no se va a leer.

      El título parece ambicioso, pero en el texto se habla de lo que significa. No se hace una historia completa del género, sino una introducción para ceñir o, mejor, situar lo que me interesaba más: no los bestiarios en conjunto, sino dos bestiarios en concreto -el de Borges y el de Perucho-. Lo que hago en el texto es, por tanto, delimitar, precisar el tema. La información que se proporciona va, por tanto, de lo general a lo particular.

      ¿Por qué esto es así? Porque me vino en gana. Observe usted una de las dos etiquetas o tags que aparecen más abajo del texto: "Sobre publicaciones raras y curiosas". Podrá usted decir que todos los bestiarios responden a estos calificativos y no le faltará razón. Sin embargo, eran las dos obras citadas, como escribí en el texto y, también, en esta respuesta, el asunto principal de mi escrito, que forma parte de una colección de trabajos que explican la etiqueta o que se agrupan, por similitud, en ella.

      ¿Ya lo entiende usted?

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