Enredan sus frágiles dedos
Coronados de cetros en el éter
En imposible fotosíntesis
Están los refugiados
En la corteza en la redonda
Y obtusa clausura del tronco
Orgullosos de su ansia
De bloque apenas sensitivo
Otros se van por las raíces
Donde la hondura mineral
Procrea con lo oscuro
Se pudre de pureza
Cuál no llama la hiedra
Ni la rechaza ni recela
Del vuelo del ave o la abeja
Del vaho del arbusto humilde
Y goza de la tierra
Que lo abraza y se embriaga
En los tálamos respirables
De las alturas
Anoche metí un comentario pero veo que no lo ha cogido. decía algo así como que cada día andamos más por las ramas porque este mundo es cada vez más incomprensible. Por las ramas o en la inopia o en Babia... Y al tiempo nos resulta cada más difícil encontrar las raíces porque el tronco para descender hasta ellas está tan enrevesado que nos perdemos. Hoy casi nada es fácil.
ResponderEliminarCierto.
EliminarEl otro día leía algo que citaba a Celaya: estamos tocando el fondo, pero no queda claro que sea para salir a flote. Sigue siendo cierto que apenas nos dejan decir que somos quien somos. Y es muy difícil dar un sí que glorifica.