Páginas

13 de junio de 2012

Un nuevo hogar para Coppelius

Te juro, Lotario, que he visto otra vez a Coppelius. Son inconfundibles su altura, la anchura de sus espaldas, su rostro de pergamino, sus pobladísimas cejas... Ya no vende barómetros ni simula transmutar ganga o plomo en oro para arribistas, codiciosos o ilusos.

Y me ha hablado: cualquier sacrificio es necesario para los que son como él, para los que el mundo, más que su hogar, es su dominio.

Y he visto la larga hilera de camiones de arena con que va a abrasar los ojos de nuestros hijos.



Face of Sand (Some Ember) / CC BY-NC 3.0

4 comentarios:

  1. Jejeje, solo que este monstruo usa gafas, barba y lanza perdigones cuando sisea. Y, en efecto, nos llenará e arena y se comerá a nuestros hijos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿El coco gallego, el hombre de arena? Pues también.

      Eliminar
  2. A veces las historias de terror llegan a convertirse en realidad y forman parte integrante de nuestra vida. Terminamos viendo como algo natural el que un ser monstruoso se alimente de la sangre de nuestros hijos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ajá. Yo diría que el terror institucional puede ser tanto o más pavoroso que cualquier otro.

      Eliminar

Piénselo bien antes de escribir