Algo, él, gruñía en el lecho que acababa de abandonar para siempre. Restañó como pudo las heridas del cuello y los brazos, y metió cuatro trapos en una maleta.
Mientras cerraba la puerta de la casa, le fue imposible reprimir una sonrisa al recordar que era una preciosa ranita azul cuando lo besó por primera vez.
- Fuente de la imagen: Flickr. Autor: Javier Reina Martínez. Licencia: CC BY-NC 2.0.
Me pierdo, vecino. ¿De quién estamos hablando? ¿A qe qué rana o sapo haces mención?
ResponderEliminarEs una rana-príncipe genérica, vecino. Dándole la vuelta a los cuentos de hadas.
ResponderEliminarUy, una preciosa ranita azul "flecha venenosa", que no sé, por qué "extraña" razón se llaman así. Envenenada quedaría ella ó el, que nunca se sabe.
ResponderEliminarEs que parece ser que el animalito es venenoso, Kir, aunque igual tiene que ver con la bufotenina. En una relación así, el veneno corre por los dos lados. En el cuento, ella (o él: no quise, deliberadamente, atribuir género o sexo a quien se marcha) se da cuenta.
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