Uno no sabe a veces por qué derroteros se encaminan sus palabras. Sabe que poco inventa al manejarlas, pues otros le precedieron, y se conforma con aportar la suficiente sensibilidad e inteligencia para que parezcan nuevas. A veces se encuentra diciendo algo que había olvidado haber dicho.
El preámbulo viene a cuento de haber dedicado un rato a revisar escritos y hallar dos textos primos, si no gemelos, entre los que median varios años. Se trata de dos poemas de un parecido que no sé si calificar de atroz o feliz. El parecido me hace pensar en que quizá sea cierto que en quien escribe pesan un número no infinito de imágenes (imágenes obsesivas les llaman algunos). Quizá sea cierto que hay poetas que siempre escriben el mismo poema o, como diría Borges, que todas las historias posibles ya están contadas.
El preámbulo viene a cuento de haber dedicado un rato a revisar escritos y hallar dos textos primos, si no gemelos, entre los que median varios años. Se trata de dos poemas de un parecido que no sé si calificar de atroz o feliz. El parecido me hace pensar en que quizá sea cierto que en quien escribe pesan un número no infinito de imágenes (imágenes obsesivas les llaman algunos). Quizá sea cierto que hay poetas que siempre escriben el mismo poema o, como diría Borges, que todas las historias posibles ya están contadas.
Estos son los poemas:
Escribe en mí
Arden las huellas
De tus caricias,
Abecedario
Que deletrea
Tu piel en llamas.
Sólo los labios
Pueden ahora
Servir de bálsamo:
Escribe en mí
Con la saliva
De nuestros besos.
Trazos caminos
Tu mano en mi papel
Traza líneas tintas
En fuego.
Tus labios en la piel
Escriben caminos de tinta.
No queman, pero arden
y arden...
Imágenes obsesivas... Ya que estamos, no es ocioso decir que la tradición tiene mucho que ver en las de estos poemas. Relacionar el amor con la escritura viene de lejos: lo tenemos, por ejemplo, en el conocido Soneto V de Garcilaso, filtrado o no por Petrarca o Ausías March:
Escrito está en mi alma vuestro gesto
Y cuanto yo escribir de vos deseo:
Vos sola lo escribisteis; yo lo leo
La poesía contemporánea se encargó de volcar o traspasar la imagen a lo corporal. Estoy pensando, por ejemplo, en “Escrito con tinta verde” de Octavio Paz.
Y qué decir de la “herida de amor” o de la “llama de amor”... Es inevitable. Así que habrá que dejar a las palabras encontrar o perder su camino.
Y qué decir de la “herida de amor” o de la “llama de amor”... Es inevitable. Así que habrá que dejar a las palabras encontrar o perder su camino.
Sólo decimos lo que otros y otros ya han dicho.La palabra es maleable,dúctil,impermeable y se adapta a cualquier sitio,a cualquier rincón.Es el juego de la inversión y el trueque gráfico en el jeroglífico de lo no medido,lo no cuantificado.
ResponderEliminarSin embargo,y a pesar de todo,siempre vuelve a renacer,con nuevos brios,con singular elegancia o con desmedido desconsuelo.
Lo corpóreo es la imagen primigenia con la que se pringa la palabra ya que ésta sin aquella no tendría razón de ser,aún siendo palabra militante
Pues me gusta el recado de Felipe. Me gusta tu insistencia en volver al encuentro de las palabras. A mi me pasa con la prosa estos días cuando recupero viejos artículos.
ResponderEliminarIncluso, en ocasiones, parece que no caben más palabras o más explicaciones; que no tiene sentido formular nuevos trazos...
Ahora, además de contar historias y recuperarlas, las compartimos con un grupo de amigos y seguidores, de manera que vuelven a girar y de algún modo se renuevan y nos renuevan.
Muy buenos los escritos !! .. mis sinceras felicitaciones ... Saludos
ResponderEliminarYo estoy convencido que todo lo humano ya está escrito y leído. Sólo nos queda retransmitirlo como lo sentimos, a través de imágenes que llevamos clavadas dentro.
ResponderEliminarLo que he sacado en claro al ver tus dos poemas, variaciones sobre el mismo lecho, es que da gusto leerte. Ambas poesías son una estupenda forma de recordar la misma sensación.
A mí, Froilán, Felipe me ha dejado pasmado. En serio.
ResponderEliminarSin quitaros razón, he de decir que, pasado el tiempo asisto a mis escritos como si fuesen de otro. De aquí la perplejidad que dio origen a esta entrada.
Gracias, Adriana. Bienvenida.
Cierto, Markos. Me ha gustado la paronomasia: "lecho". Gracias.