Quieren los héroes canciones
Que ensalcen sus hazañas.
Los labios se disponen,
Y las manos, a trenzar palmas
Y lauros, pero ¿dónde
Están los héroes?
¿Dónde los atributos?
En un túmulo de antifaces
Depositemos las coronas.
Lavemos los cansados
Pies sahumados por las ondas.
El gesto de quien salva
La patria en su despacho
Merece el ditirambo.
¿Dónde está la esforzada
voz capaz de hacer canto
de tanta gloria?
Las voces están cansadas,
ResponderEliminarvencidas,
aniquiladas,
de ahí que los héroes,
por una sola vez,
quedarán en silencio
recordando por qué los gritos de antaño
llegan hoy a la ronquera más exhausta
No hay voz para el elogio
sólo queda la cuántica resignación de lo vulgar
en neurótica invisibilidad
Los héroes son una especie que se acabó con la invención del dinero. Qué buen día es hoy para decirlo, cuando Berlusconi ha ganado la cuestión de confianza a la que se ha sometido. El dinero venció o convenció a los que podrían haber sido héroes del pueblo echándolo.
ResponderEliminarAy, Felipe: si se comenta con versos, ya no sé qué decir. La vulgaridad en este caso es la de los ídolos de barro que se airean como eminencias y se nos efrecen como modelos.
ResponderEliminarEsa vulgaridad a que me refiero, Francisco, depende en gran medida del dinero.
Sólo quedan héroes anónimos.
ResponderEliminarYo creo que, tal y como están las cosas, hasta los héroes anónimos tienen miedo de hacer un rescate sin sopesar el riesgo.
ResponderEliminarY sí, solía pensar que a todo el mundo, a "todos" les llega su momento, pidiendo interiormente que a los ricos también, pero el dinero lo puede todo como cantaba mi compadre Paco Ibáñez.
Cierto, Markos. Habrá que aprender la letra para cantar su gesta.
ResponderEliminarNo sé, Froilán, si es condición de lo heroico no sopesar el riesgo. A los ricos también les toca. Cierto que pueden echar mano del dinera para mitigar el dolor. Pero se mueren como todos, aunque, está demostrado, un poco más tarde. Mas, ay, no se mueren todos a la vez.
Lo cantó tu compadre, pero lo escrbieron, entre otros, Juan Ruiz, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora.
Ciertamente es muy necesaria esa crítica a aquello que se hacen pasar por heroes para obtener premios y alabanza cuando la mayoria de los verdaderos heroes hacen su labor en el anonimato.
ResponderEliminarEfectivamente, Javier.
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