Se preguntó si, en verdad, formaba parte de la casa de locos en la que, confiaba, sería héroe o villano un día.
Antes de que oyera cerrarse la puerta a su espalda, solicitó que le apretasen las correas de la camisa de fuerza.
Antes de que oyera cerrarse la puerta a su espalda, solicitó que le apretasen las correas de la camisa de fuerza.
En esto tengo que decir que ya estamos. Vivimos con las correas apretadas por propia voluntad.Así evitamos el vértigo de andar libres
ResponderEliminarEsta nueva fase tuya me gusta pero que mucho.
ResponderEliminarPaco: has dado en el clavo.
ResponderEliminarDezaragoza: fíjate en que sospechaba o intuía que te iba a gustar. Como voy leyendo vuestras palabras hacia atrás, ya digo en los comentarios de "Sueños eléctricos" que tengo ideas para otros textos. Gracias.