Camino de Damasco: una esperanza firme y creíble en tiempos de crisis

Los mellizos, arrodillados sobre sendos cojines, visten sencillas túnicas albas. Los rostros, remozados con discreto maquillaje, quieren aparentar frescura y lozanía, si no adolescente, sí, por lo menos, juvenil. Luis lee en silencio en un ejemplar de la Reina-Valera. Oulipo tiene L’Osservatore Romano en la pantalla del portátil. No hay coñac o brandy esta vez, sino una jarra de agua más o menos pura. Tampoco se oyen ladridos: por la ventana abierta llegan, tenues, pero persistentes, los gorjeos de la pareja de mirlos que alegra las madrugadas de los jardines del barrio.

-¿No sería mejor que hablásemos del lince? –sugiere Oulipo.

-No –responde Luis.

-¿Y de los condones? –inquiere, esperanzado, Oulipo.

-Que no.

-Podríamos probar con lo de las oblatas...

-No te pongas pesado, hermanito –dice Cypher-. Habíamos llegado a un acuerdo.

-Ya. Pero es que no me veo aguantando con esta facha hasta el 2011...

-Hay que entrenarse concienzudamente. Se avecinan tiempos difíciles. Tú y yo estamos desnortados, en medio de “la soledad y la violencia, en la insatisfacción y la pérdida de confianza”, como tantos jóvenes...

Oulipo aguanta la risa a duras penas. Hay que decir que Luis ha cerrado hace unos minutos el libro y le ha arrebatado a su hermano el portátil. La pareja de mirlos, como es natural, ha volado.

-... Por eso hemos de encontrar nuestro camino de Damasco. ¿Has pensado en por qué el Santo Padre ha escogido como temas de estos años hasta el encuentro internacional de Madrid frases de Pablo de Tarso, el apóstol de las gentes o de los gentiles?

-Pues no –responde Oulipo.

-Es muy sencillo. En el mensaje para la XXIV Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará el próximo domingo de Ramos, es a San Pablo a quien Benedicto XVI propone como ejemplo.

-¡La Virgen! –exclama Oulipo.

-Sí: también habla de la Virgen.

-Entonces...

-Entonces, lo que el Papa pretende es, digamos, conversiones, como la de Saulo. Y, sobre todo, llama a una nueva evangelización y a “contribuir a formar comunidades cristianas impregnadas de amor”. Es lo que llama camino de la esperanza.

-Sí, ya: fe, esperanza y caridad.

-No, no: la fe, evidentemente, se supone. De la caridad no habla.

-Déjame ver... –Oulipo se sienta ahora junto a Luis y, después de frotarse las rodillas adoloridas, lee durante unos minutos con la concentración y atención de que es capaz-. No lo entiendo.

-¿Qué es lo que no entiendes?

-Por qué, por ejemplo, se refiere a la pregunta del joven rico a Jesús y, luego, propone a los jóvenes: “Mostrad que habéis entendido las insidias de la idolatría del dinero, de los bienes materiales, de la carrera y el éxito, y no os dejéis atraer por estas falsas ilusiones.”

-Pues está muy claro, hombre –sonríe Cypher.

-Pues yo no lo entiendo.

-Hay que empedrar el camino, edificar...

-¡Atiza! No puede ser. ¿Tú crees?

-Pues sí.

-¿San Pablo no acabó decapitado?

-Pues sí. ¿Quieres que traiga el brandy?

-Sí, por favor, trae el coñac. ¿No quebrantaremos la cuaresma con esto?

-No creo.


Hemos descubierto por qué no ladra el perro: está olisqueando el nido caído y vacío de los mirlos. Y se relame.